Entre-acto: Moribunda
Fecha: 10/03/2019,
Categorías:
Dominación
Autor: Caminante, Fuente: CuentoRelatos
... Convento del terror, me dije. Y me llevó en busca de Sor. Mabel, esta fregaba el suelo junto fogón de rodillas, en el duro suelo, y fue cuando me hice una idea. De nuevo en el coche, el hospital estaba cerca del borde de la provincia entre Guadalajara y Madrid, en su lado este. Un viejo edificio de piedra gris, planta baja como no, cerca del depósito de cadáveres. La habitación olía a cerrado, y me fue familiar reconociendo el hálito de muerte que escapaba de su boca. Me estremecí sin poder evitarlo, Sor Mabel puso su mano extendida en mi espalda y me dijo al oído. -Tenga valor, sus palabras harán que encuentre la paz y es cuando se dejará morir, está fuera de su término y lo sabe. No olvide que usted que la ama por encima de todo, es la mujer de su vida, nuestro señor le recompensará. Estaba muy nervioso y Sor Mabel me llevó hasta la silla que había junto a la cabecera, me ayudó a sentarme, era una autómata y llevó mi mano junto a la de la mujer, esta reaccionó de una forma extraña, su cuerpo se estremeció de la cabeza a los pies, al oído me dijo que la llamara amor mío. Yo sudaba a mares. -Amor mío, he llegado. No se me ocurrió decir otra cosa. Temblaba. Y sorprendentemente Sor Mabel puso sus manos en mis hombros. -Quien, como, como lo han conseguido. Había girado su cabeza en mi dirección. Miraba pero no veía. -Internet – Respondió Sor Mabel escuetamente. Cómo si no, esto era un juego demencial. -No me queda mucho tiempo, quiero pedirte perdón por mis malas artes, el ...
... sufrimiento que te produje, desprecié tu amor por otro, y aquella noche me reí de ti y de tus sentimientos, Jesús me daba caña, era brutal algunas veces, y aquella noche en casa de los abuelos de Julio, me empujó a la cama, me arrancó la ropa, y casi me violó, pero consentí porque me gustó. Hizo una pausa, su voz era ronca. Le dije a Sor Mabel que no soltaba mis hombros, más calor, que trajera agua, esa mujer necesitaba agua, me señaló el gota a gota, pero dije que no, que mantenía la boca abierta, necesitaba agua y me obedeció, tenía una idea, y aún no sé por dónde cogerlo. Me entregó una botella de agua fría y un vaso de cristal, pero rechacé el vaso. -No hables, voy a darte agua – Le dije. -Sí, tengo la boca muy seca. Y bebí de la botella un pequeño sorbo, y llevé mis labios a su boca entreabierta y despacio fui dejando agua en su boca. Lágrimas brotaron de sus ojos, cerró los labios besando los míos, pero yo procuré que sintiera el agua y separó los labios de nuevo, el agua entró en su boca y resbaló por su barbilla que sequé con la sábana. Repetí la acción otra vez, Sor Mabel tenía desencajada la mirada, vi horror y una lágrima escapó de uno de sus ojos, la ignoré. -Recuerdo tu mirada en la cena, faltaba una silla, no era la tuya, era de la Jesús, fue cuando te diste cuenta que el que sobraba eras tú y yo fui cruel contigo, pensaba que tu amor por mí era enfermizo y por eso te maltrataba, me hacía sentir una extraña excitación y que estoicamente soportabas. Tus reacciones ...