Entre-acto: Moribunda
Fecha: 10/03/2019,
Categorías:
Dominación
Autor: Caminante, Fuente: CuentoRelatos
... eran infantiles, pensé que aun jugabas y me sentó mal que te marcharas, eso produjo mal rollo en la cena, los padres de Julio me miraron mal, y más tarde me enteré que les había sentado mal lo que hice. Olvidé donde estaba, a Jesús le importó una mierda, como él dijo. Y que tú eras un mequetrefe, sin darse cuenta de que yo había preparado la traición fríamente. Yo le había manejado y no se daba cuenta. -Cuando queréis sexo, pasáis por el aro cuantas veces queramos las mujeres, sois así de bajos, de viles. -Mientras que te bañabas en la charca, el me manoseaba los pechos, y de las fotos que hiciste del grupo, recuerdo que me apartaste y me hiciste esa fotografía que nunca me diste, fue junto a las Jaras y de fondo la charca del cura. Su voz se hizo más débil, ronca, nuevamente le di agua. Volvió a besar mis labios y lágrimas silenciosas seguían escapando de sus ojos abiertos, ciegos, es el título en mi diario. -Antes de nada, llévate a Mabel contigo, no quiere estar en el convento, y ayúdala. Tosió levemente. Las manos de Sor. Mabel se apartaron de mis hombros, ya no me empujaba hacia la moribunda. -Muchas veces he recordado la primera vez que cogiste mi mano, fue en el cine pero no recuerdo la película. Como pasaste tus dedos por los pinchazos de las agujas, por la noche cosía con mi madre, y tampoco no supe valorar lo que me hacías, como aquella noche que acepté que fueras a buscarme al instituto en la calle fomento. Aquella noche de lluvia…. De nuevo tosió. Respondí ...
... pensando que hubiera hecho, yo. -Muchas veces hago esa peregrinación, sobre todo las noches de lluvia en invierno. -Si, últimamente lo he recordado, como me cedías la parte interior, para que no me mojara y también recuerdo la plaza, ese lugar debajo de la farola, donde sorprendí tu mirada en mis pechos, en el jersey negro había finas gotas de lluvia. Y ¿Panguar?, ¿Recuerdas las putadas que te hacía?, y que yo bailaba con otros, para ti no dejaba ni las migajas, veía con cierto placer como te marchabas a media tarde, amargado. -Déjalo ya, es pasado. -Necesito tu perdón, no quiero morir sin él, pesa más de lo que piensas. -Tienes mi perdón, siempre te perdoné todo, y cuando recorría ese camino, del instituto a tu casa, pensaba en ti y en nuestra proximidad, llenas páginas de mis diarios y muchas veces vuelvo al pasado y miro las fotos de aquel lugar, puedes seguir tu camino, siempre te amaré, no lo olvides. Y besé sus labios, los mantuve unos segundos, no podía respirar por la nariz, tenía oxigeno puesto. De nuevo lágrimas escaparon de sus ojos. Su mano se posó en mi rostro, le recorrió despacio, rozó mi incipiente barba, hoy no me había afeitado. -Estás más delgado, dudo, ha pasado mucho tiempo. Ahora puedo morir en paz, no por tus palabras, me has dado de beber de tu boca, recuerdo que me dejabas seca, me quitabas la saliva, sin duda eres tú, mi verdadero amor despreciado por mi mala cabeza, gracias amor, muero pensando en ti, junto a las jaras. Solté su mano, vi furtivas lágrimas ...