Sé lo que hice este verano
Fecha: 11/03/2019,
Categorías:
Intercambios
Autor: evamaniac, Fuente: RelatosEróticos
Mediados de julio. Cuando mi“elegidor”y yo entramos en la estancia cogidos de la mano, una habitación diáfana, elegante y de luz muy tenue, pude otear al fondo tres espacios muy diferenciados, tres rincones de amor para practicar el sexo permitiendo ser, a la vez, testigo y protagonista de cada gesto. Dos de los lechos estaban ya ocupados con sendas parejas que, con mucha discreción y sin ruidos de lujuria, ejercían el acto físico del intercambio de fluidos. Por un momento quedéparalizada al contemplar en vivo, aunque de lejos, esos cuerpos desnudos y desconocidos rozándose y dándose placer. Me resultóun momento muy extraño porque, aunque esto no era una orgía, ciertamente lo parecía. Atrás dejé a Andrés, y ahora era Juan el que ejercía de compañero de lo que estaba siendo para míuna nueva experiencia para los sentidos. Cuando empecéa encontrarme incómoda y avergonzada viendo a esas parejas agarradas a su propio desconocido, me aferréa la idea de que, al fin y al cabo, era precisamente mi novio Andrés el que decidióque podría gustarme algo nuevo como esto. Juan y yo nos quedamos de pie dos metros más alláde la puerta que acabábamos de cruzar y cerrar a nuestro paso. En ese momento yo era consciente de que mi novio ya había comenzado su propia aventura en cualquier otra habitación de esta casona misteriosa, y que jamás iba a saber quéhabría hecho y con quién. Reconocíque laúnica forma de soslayar ese pensamiento era entregándome completamente a mi nueva y efímera pareja. A ...
... este tío solo lo conocía de vista, cuando me servía las cervezas en la terraza del bar frente a mi casa. Nunca me había fijado enél como lo estaba haciendo ahora, y jamás tuve fantasía alguna que justificara la resignación de este momento. Lo que no acabéde saber nunca es si su presencia ahíhabía sido una casualidad, una broma del azar universal, o mi novio había tramado un encuentro tan surrealista a mis espaldas, forzando un encuentro premeditado por ellos dos en morbosa connivencia. Cuando girémi cabeza y le miréa la cara, Juan ofrecía al infinito una sonrisa sutil pero muy lasciva, algo que contrastaba con mi semblante nervioso y circunspecto. Era evidente queél había experimentado antes un ensayo parecido, al fin y al cabo también había ido a esta casa con lo que se suponía que era su propia pareja, e imaginéque no sería la primera vez. Pero nunca se lo pregunté. La verdad es que preferíno saber nada para no tener que dar tampoco explicaciones nunca. Sin mediar palabra mi acompañante avanzóhacia uno de los rincones ocupados arrastrándome conél de la mano. Mientras se abría camino lenta pero firmemente, yo me limitéa seguirle un paso por detrás, con el brazo estirado y sin soltarle. Nos acercamos a poca distancia de una de las parejas desnudas pudiendo contemplar con mucha claridad los detalles más explícitos del instante. Ambos actores nos miraron un solo segundo antes de continuar su camino aléxtasis. En ese momento yo estaba muy violentada, podía apreciar con total ...