Sé lo que hice este verano
Fecha: 11/03/2019,
Categorías:
Intercambios
Autor: evamaniac, Fuente: RelatosEróticos
... claridad ambos genitales friccionados el uno contra el otro, oía casi sin dificultad los chasquidos del rozamiento y los leves gemidos de ambos participantes, y hasta podía oler los cuerpos entregándose el uno al otro sin reservas. La primera reflexión que se me pasópor la cabeza es que esta era una pareja de desconocidos ofreciéndose al juego que yo misma había aceptado momentos antes. El dúo que Juan y yo contemplábamos ahora estaba formado por un hombre de mediana edad, corpulento, una especie de lo que ahora se denomina un "fofy-sano". Es curioso que los tíos más bien redondos y conceptualmente opuestos a los metrosexuales estén ahora de moda. Ella parecía algo más joven, tal vez de unos treinta y muchos, pero bien llevados, con tetas operadas y uñas de un rojo brillante. Mientrasél estaba completamente en pelotas, ella había mantenido sus medias negras tal vez a petición y lascivia del propio macho. En este momento ella cabalgaba perpendicularmente el cuerpo estirado boca arriba de su pareja, de forma que el cipote entraba y salía con un ritmo lento y cadencioso que ella controlaba perfectamente, acompañando cada vaivén con un leve gemido de ambos y una clara lubricación de ella. Juan y yo contemplábamos ahora esa escena como si estuviéramos en el cine, como si eso fuera tan solo una proyección exclusivamente destinada al sentido de la vista, pero el resto de los sentidos nos recordaba que dos personas reales estaban follando delante de nuestras narices. El resto de los ...
... sentidos excepto el tacto. Era una norma tácita de la casa (y parece ser que de todas las casas de esta nota) la prohibición expresa de no tocar a nadie que no fuera tu pareja del momento. Todo lo demás estaba permitido, pero debías mantener una distancia prudencial para dejar ejercer a los demás sin el agobio del acoso físico. Es decir, podías mirar sin tocar, escuchar sin hablar, oler sin estornudar, estar presente sin abrumar... Mientras mis propios sentidos (excepto el tacto, insisto) conseguían una lenta pero incipiente excitación por todo mi cuerpo, estaba siendo consciente de que me había relajando y que, ahora sí, podría acabar disfrutando de este nuevo capítulo sexual de mi vida. Tal vez Juan no era el hombre que yo hubiera escogido para una aventura sexual libre, pero ahora estaba aquíconmigo,él me había elegido a mí (o mi novio me había entregado aél), y ahora séque no quería defraudarle. Justo cuando girósu cabeza para mirarme a los ojos y transmitirme su propia excitación oímos a la otra pareja más allá, en el otro rincón ocupado de la habitación. Juan avanzóhacia ellos estirando otra vez de mípara que le siguiera. En realidad, la nueva pareja que teníamos el placer de contemplar ahora estaba compuesta por dos mujeres de bonitas formas y fisonomía agradable y voluptuosa. Desde lejos no me había fijado en el carácter homosexual de este segundo grupo, pero reconozco que me agradómuchísimo contemplar a dos bellas ninfas treintañeras haciendo el amor, tal y como yo ...