Primera vez en el cine
Fecha: 16/03/2019,
Categorías:
Gays
Autor: matialejo, Fuente: SexoSinTabues
ësta es la primera vez que fui a un cine porno y me gustó Fantasioso hasta morboso diría, en la adolescencia solía entrar a todos los baños públicos que encontraba para ver los escritos en las paredes de pedidos de fellatio o penetración y masturbarme con cada uno de ellos imaginando de complacer algo de lo que leía. En mis recuerdos tenia, a los 14 haberle chupado la pija durante una semana, tres veces por día a un vecinito de 11 casi 12, hasta que le preguntó a su hermano mayor si estaba bien chuparse entre hombres, obteniendo como respuesta que eso era de trolos. Ahi no quiso mas que se lo hiciera. Soy bisexual y las relaciones sexuales (heteras digamos) comenzaron a los diecisiete con una novia de catorce. Ambos con muchos sueños eróticos que fuimos plasmando a lo largo de tres años. Terminado este noviazgo siguieron varias chicas hasta un año atras. En mi cabeza, igualmente, quedaron dando vueltas los recuerdos de las pijas de los vecinos más grandes, mis excompañeros, también sobretodo, la que había chupado y se encendían, nuevamente, las ganas de estar con alguien de mi sexo. Cabe aclarar que con la primera chica también tuve relaciones anales expresándome que gozaba tanto o más, que vaginalmente. Estaba convertida en una verdadera profesional chupando la pija, me encantaba mirarla, transformándome en un adicto a su boca, su lengua, sus manos. No existía momento que no estuviéramos buscando algún lugar escondido, siendo la hora que fuera, bajarme el cierre, para ...
... hacerlo una y otra vez, se notaba la pasión junto al deseo de tenerla entre sus labios, humedecerla, saborearla, bajar, comerme los testículos o pasar de largo hasta llegar al ano, besarlo, acariciarlo y regresar con su lengua hasta la cabeza del pene, como si fuera un pintor de paredes que va de un extremo a otro con un pincel. Hasta una vez, a pedido, me llegó a penetrar con dos dedos lubricados en abundante saliva, logrando hacerme acabar de una forma maravillosa. Las imágenes de la cara de mi novia gozando al chuparme y tragarse la leche, más las que tenía junto al de once, sumado a mis masturbaciones introduciéndome en el ano, objetos plásticos nunca muy grandes, ni gruesos, hicieron que mi calentura no pudiera aguantar mucho tiempo. Un viernes salí con varios amigos a bailar, bebí demás y como si hubiese sido una voz interna que lo pedía, me despedí de todos con la excusa que tenía sueño, raro para ellos por ser la tres de la madrugada acostumbrados a estar de noche, me dirigí en el auto hacia un cine porno, cumpliendo una curiosidad que tenía. Según me habían comentado, era una especie de sótano muy grande, que disponía de una sala gay, una hétero, tres especies de reservados con sillones largos en cada uno y una sala oscura con varios puff a sus costados, también con varios reservados de cemento con almohadones cortados en formas de penes u otras formas eróticas. Estacioné a una cuadra del lugar, bajé sus escaleras, una puerta eléctrica se abrió y al ingresar desde un ...