Soy la puta de mi yerno africano
Fecha: 26/03/2019,
Categorías:
Incesto
Dominación
Autor: karinanatilla, Fuente: CuentoRelatos
... en ese momento es que tenía que abortar esa boda como fuera. En realidad lo que más me importaba no era la juventud de mi hija, sino que se casara con un negro, ¿qué iban a decir mis amigas, los compañeros de partido político de mi marido? ¿Qué iba a decir el "Hola"? No, era sencillamente imposible que mi hija se casara con un negro salido de la selva. Sé que suena racista, pero mi familia todavía tiene principios, me encargué personalmente de que creciera basada en unos sólidos principios cristianos y conservadores y hasta ahora lo había conseguido. Mi marido tenía un puesto muy importante en uno de los principales partidos políticos de Chile y mis otros dos hijos, los dos mayores que Sara, tenían una prometedora carrera por delante. Uno era uno de los abogados más prestigiosos de Chile y la otra empezaba a despuntar en el partido político donde también milita mi marido. Ni me quería imaginar las bromas y chanzas de los políticos y los medios de comunicación del otro partido cuando se produjera la boda, sus comentarios sobre una de las familias más conservadoras del país teniendo a un negro en su seno. Es cierto que siempre he sido una madre estricta y exigente y que mi propia imagen, me daba un aire autoritario, pero hasta ahora había conseguido encarrilar la vida de mis hijos. A mis 49 años podía estar orgullosa de ello. Sólo mi hija había salido una bala perdida ahora, porque hasta que fue a ese dichoso viaje a Guinea Ecuatorial era una chica seria y formal. Es cierto ...
... que era una jovencita realmente atractiva, con un cuerpo precioso, pero estaba segura que a sus 18 años y antes de comenzar la universidad permanecía virgen. Sólo con pensar en que un sucio negro la podría haber hecho perder la inocencia me ponía de loca de ira. Se supone que ese viaje era algo en lo que pasar el verano antes de empezar la carrera, irse a un país del Tercer Mundo a poner tiritas a negritos, la verdad es que no le había dado mucha importancia hasta ahora. Esa misma noche me llegó otro correo de mi hija, me decía que llegaría en dos días a Santiago y que ese mismo fin de semana se casaría, aunque la dirección de la iglesia me la daría cuando llegara a Chile. Hay que reconocer que mi hija se movió rápido. Intenté llamar a su teléfono en Malabo pero no contestaba, tampoco lo hizo con mis emails. Muy bien, si ella jugaba fuerte yo también. Pasaron los dos días y mi hija se dignó a llamar desde el aeropuerto de Malabo, su vuelo estaba a punto de salir y estaba junto a Severo (maldita la gracia que tenía el nombre). Tuvo suerte de que fuera mi marido quien cogiera el teléfono, nos dio la hora de llegada a Santiago. El imbécil de mi esposo parecía alegre a pesar de que sería el que más bromas tendría que soportar. A las siete horas mi marido salió al aeropuerto para recogerles, yo, por supuesto, me quedé en casa. Cuando oí el coche de mi marido de vuelta salí al porche de mi casa. Paró justo enfrente de mí y vi a mi hija con la cara llorosa y angustiada. Ni me moví de ...