1. Frío


    Fecha: 27/03/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mis padres no iban mucho por la finca así que decidí pasar allí la mayor parte del verano, recuperando las asignaturas del ultimo año de carrera. Se encontraba a varios kilómetros del pueblo, y tenía un bonito cortijo de estilo andaluz, y una casa separada 50 mts, donde residían los guardeses de la finca. Hacía varios años que no pasaba tanto tiempo en la finca, dado que prefería disfrutar del verano en la playa con los amigos, pero dado que tenía que terminar de una vez la carrera, me propuse aislarme del mundo por unas semanas. Cuando paso mucho tiempo estudiando, la libido se me dispara. Comienzo a sentir deseos sexuales que se transforman en fantasías, rápidamente, por lo que durante las horas de la siesta, vagaba por el caserón empalmado y pensando en tías en pelotas y dando rienda suelta a mis fantasías. Una de esas tardes apareció Silvi. Era la hija de los guardeses. Una carita de viciosa y un cuerpo donde destacaban dos tremendas tetas y unas caderas de ensueño. Resulta que la nena también estaba estudiando, y como en su casa no le dejaban en paz el normal ajetreo de una familia, quería saber si me molestaría compartir la sala, dejándola estudiar a esa hora, ya que además el lugar era más fresco. El lugar y la nena, porque Silvi me miraba con una cara de nena inocente, al mismo tiempo que sobre su delgada camiseta blanca empezaban a delatarla dos magnificas puntas sobre sus impresionantes senos. -Bien Silvi, puedes venirte cuando quieras, solo te pido que te ...
    ... comprometas a estudiar en silencio, y no hacer ruido. -De acuerdo Don Paco, no se preocupe. Al día siguiente, parecía que se habían desatado todos los infiernos, pues desde las primeras horas del mediodía comenzó un bochorno tan intenso que hasta las chicharras permanecían en silencio. Para estar más cómodo, solamente llevaba puesto un delgado pantalón de deporte, que ni siquiera tenia braguero, encontrándome completamente empapado en sudor y refrescándome con un bote de limpiacristales que había llenado de agua fría, y de vez en cuando esparcía sobre mi torso desnudo. Estaba tumbado en un sofá, en el salón grande de la casa, donde los pocos muebles y los altos techos parecían aliviar la atmósfera, cuando apareció la nena. Silvi parecía salida de un horno, estaba totalmente sofocada, al haber recorrido bajo el severo sol el camino que separaba el cortijo de su casa. Llevaba puesta una camiseta de tirantas blanca, muy fina y unos pantaloncitos ajustados de algodón fino también blancos, y ambos los traía empapados, no dejando a la imaginación nada de lo que había debajo. La visión de sus pechos trasparentándose bajo la camiseta me provocó una erección inmediata, la cual se colmó, cuando al acercarse, me fije que entre los muslos se le marcaba la raja de su pubis, completamente empapado. Le dije que se sentara, y que le daría algo de beber lo cual agradeció. Al regresar de la cocina me la encontré tumbada sobre el sofá rociándose con el bote de agua. A Silvi se le habían pegado las tetas ...
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