Mi hija y el MSN - Parte 6 - ¿Final?
Fecha: 01/04/2019,
Categorías:
Incesto
Dominación
Autor: Dark knight, Fuente: CuentoRelatos
Ver a Cristina caminar por delante de mí, con esa minifalda negra que hacía voltear hasta al más santo que se encontrara en aquel centro comercial, era un verdadero deleite. Con su breve cintura contoneándose en un suave vaivén y su coqueta sonrisa descolgándose de sus calientes labios mientras sostenía el boleto para la última función en el cine de ese espacio, me divertía ver a los caballeros volteando a ver ese torneado trasero y sus esbeltas piernas que dejaban muy poco a la imaginación. “Si supieran, como se yo, que debajo de esa prenda no hay nada más que deseo animal e irracional brotando de esa rica y mojada vagina”. ¿Cómo lo sabía? Hacía apenas diez minutos que mis dedos hurgaban dentro de ella en el taxi que nos llevó de la casa a la Plaza comercial, mientras el taxista nos volteaba a ver de reojo, emocionado y sorprendido a la vez. No había alcanzado a lograr el orgasmo en el taxi pero su temperatura estaba por las nubes, seguramente ansiosa de sentir de nueva cuenta un buen pedazo de verga dentro de ella. Finalmente llegamos a la sala, cada quien por su lado como habíamos acordado durante el trayecto. Las luces tenues que iluminan levemente la sala antes de iniciar la función, nos mostraron que la sala estaba casi vacía, como lo había yo planeado. Eran ya casi las 10 de la noche y era una película que pintaba para estar aburridísima así que la audiencia era muy poca. Al frente, estaba una familia con cuatro o cinco niños, la pareja de padres de mediana edad y un ...
... señor de pelo cano, que seguramente era el abuelo por alguna de las dos líneas. Al fondo, casi en la última fila se hallaba un muchacho flacucho con lentes que distraídamente se dedicaba a ver su teléfono celular. En silencio, miré a Cristina y le hice la seña de que él era el indicado. Ella hizo un mohín de disgusto ya que realmente el tipo no era ningún adonis, pero obedientemente, se acercó y se sentó junto a él, preguntándole algo que yo no alcancé a escuchar. Él encogió ligeramente los hombros y se quitó el brazo de la codera para que ella se pudiera sentar más cómodamente. Una vez que se hubo sentado, pasé de largo y me senté en la última fila unos tres asientos lejos de ellos. La vista no era perfecta pero no quería que el muchacho, tímido por lo que se veía, fuera a mosquearse y el plan se viniera abajo. No teníamos otro candidato así que no podíamos darnos el lujo de ahuyentarlo. Cuando pasé junto a ellos, pude ver que Cristina se había levantado la falda descaradamente al sentarse. Si el joven se agachara levemente, podría alcanzar a ver el espeso pubis de mi apetitosa hija. La mesa estaba servida y sólo faltaba que el comensal no nos fuera a salir chimuelo. Finalmente comenzó la película y la sala se puso en semi-penumbras. Era una película de terror y extraterrestres o algo así y las escenas eran mayormente oscuras. A lo lejos se oía el murmullo de los niños que comentaban algo entre sí y, una vez pasados diez minutos, me acerqué un asiento para ver cómo iban los ...