Cincuentona desvirga a su hijo
Fecha: 06/04/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Cabrera1993, Fuente: CuentoRelatos
Hola a todos, me llamo Ana y tengo 53 años, vivo con mis dos hijos en Madrid, ya que mi marido nos dejó abandonados hace tres años para irse con una compañera de trabajo. Desde que me divorcié pasé un año con una depresión bastante profunda, me pasaba todo el día encerrada en casa, a pesar de la ayuda de mis hijos André y Rosalía me costó un año salir del pozo, comencé a ir a la consulta de una psicóloga llamada Eva, tenía mi misma edad y su caso era aún peor, pues su marido había muerto en un accidente de tráfico. Como éramos mujeres parecidas enseguida conectamos y nuestra amistad trascendió a la consulta, pronto empezamos a salir fuera de la terapia, debo decir que Eva tenía una actitud muy desinhibida, se conservaba muy bien para su edad (me confesó que había pasado por el quirófano algunas veces para retocarse) y llevaba ropa bastante “provocativa” para alguien de nuestra edad. Me introdujo a su grupo de amigas con las que quedaba a veces, por cierto Eva siempre acababa en alguna discoteca, tanto si la acompañábamos como si no, y seducía a algún jovencito. Al día siguiente nos lo contaba con todo lujo de detalles, a mi me había ofrecido más de una vez ir con ella, pero yo siempre me negaba. Al fin y al cabo mi divorcio todavía estaba fresco en mi memoria y ya no necesitaba tanto el sexo como cuando me casé, me bastaba con desahogarme de vez en cuando en la intimidad de mi cuarto. Cuando empecé la terapia Eva me contó que por las tardes siempre se apuntaba a los cursos ...
... subvencionados por el ayuntamiento en el centro cultural del barrio. Lo vi como una buena oportunidad para distraerme y hacer nuevas amistades, así que me inscribí con ella, el curso que se ofrecía en ese momento era de dibujo, como en el colegio y en el instituto fue una de las asignaturas que mejor se daba pensé que no habría perdido todas mis facultades. En una semana ya estaba haciendo mis pinitos, el profesor, llamado Martín, estaba bastante satisfecho conmigo, aunque no pasáramos de ser unas artistas de centro cultural de barrio tengo que reconocer que no se me daba mal. Empezamos dibujando lo típico, cabezas de caballo, esculturas hasta que al segundo mes le pedimos al profesor pasar a cosas más complicadas, nos comentó que tenía pensados pasar a retratar modelos, pero que el chico que solía posar en las clases había encontrado un trabajo mejor y les había dejado tirados. Cuando terminaron las clases estuve hablando con él sobre mi hijo Andrés, estudia Bellas Artes en la universidad y alguna vez había ejercido de modelo, le dije que no tendría problemas con el trabajo pues como ya he dicho tenía algo de experiencia e iba todos los días al gimnasio, con lo cual tenía el cuerpo adecuado para posar en una clase de arte. Prefería decírselo a él a solas por si acaso me acusaban de enchufar a mi hijo aprovechando que yo era alumna de las clases. Martín, viendo que iba a tardar mucho en volver a encontrar a otro modelo aceptó la idea sin dudarlo y me dijo que mi hijo se diese ...