Extraña historia
Fecha: 11/04/2019,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... por todos lados. Cuando terminé, noté algo raro. Mi polla no era tan grande como antes, había menguado. Estaba empalmado y la abarcaba con una sola mano, incluso me sobraba mano para abarcar más. No le di mucha importancia, pensé que sería problema del nerviosismo de aquellos días y del estrés que me había causado el secuestro. En ese momento empecé a pensar que estaba ensuciando la ropa y no había nada allí para lavarla. Me decidí a meter la ropa sucia en la compuerta y comprobé que me la lavaron. ¡Qué considerados! A veces, incluso me ponían ropa nueva, toda de mujer, y bastante erótica, o pelucas de todo tipo. Cuando me hacían estos regalitos, me encantaba, me los ponía todos una y otra vez y me miraba al espejo. Empecé a maquillarme y depilarme las cejas. Al principio parecía un payaso más que una chica guapa. Pero con el tiempo, aprendí a extenderme el maquillaje, a retocarme las pestañas y a pintarme los labios. Eso si, no me gustaba ponerme demasiado maquillaje y siempre lo hacía de forma que no se notara que iba maquillada. Un día recién levantada, me disponía a desayunar, el poco de fruta que suponía me habían dejado y cual fue mi sorpresa que me encontré una revista. Era una revista muy peculiar, solo salían chicos desnudos. Mi primera impresión fue tirarla al suelo asqueado pero no lo hice. Abrí la revista y me puse a mirarla, a mirar esos cuerpos esculturales con aquellas pollas inmensas deseando ser mamadas. Pero, ¿Qué estaba pensando? ¡Me estaba excitando con ...
... tíos! Me encontraba mirando la revista con mi mano frotándome por debajo de las medias. Me tumbé mientras hojeaba más, pasé a la siguiente página y observé a dos tíos haciendo un 69. En ese momento no pude más y me fui, exploté. Me había quedado atónito. Prácticamente no me la había meneado, solo estaba frotando bajo mis testículos como si me estuviera tocando el clítoris, y me había corrido. Decidí bajar un poco más los dedos y encontré mi ano. Me volví a excitar enseguida. Me quité las medias lo más rápidamente que pude, me chupé el dedo índice y lo empecé a frotar por el ano. Sin llegar a meterlo. Me estaba poniendo a cien. Me metí un dedito y me encantó. ¡Qué sensación! Me iba a correr otra vez, mientras, no dejaba de mirar la polla de un chico joven en la página 21. Me imaginaba ese pedazo de carne entrando y saliendo de mi culito, cada vez más deprisa. De pronto solté un grito y me vine. Me sorprendí muchísimo, no fue un grito masculino, sino más bien un gemido de mujer. ¿Cómo era posible? Me di cuenta que desde que había llegado a aquella habitación no había hablado con nadie. De repente me puse a hablar solo y no me reconocí la voz. Era una voz de niña. ¿Cómo podía haber sucedido? En ese momento pensé que me estaban drogando con algo. Que probablemente me estaban metiendo de alguna forma hormonas femeninas en mi cuerpo. Pero, ¿Cómo? Seguramente sería la comida. Ahora entendía porqué tenía cada vez la polla más pequeña y porqué no me crecía el pelo con tanta rapidez como ...