Mi suegro me hizo su esclava (V)
Fecha: 12/04/2019,
Categorías:
Incesto
Dominación
Autor: noeliamarrana, Fuente: CuentoRelatos
... me equivoqué; el infeliz viejo se acercó a mí y me entregó el collar de perro; solamente ordenó: “póntelo”. Yo me le quedé viendo y estuve a punto de reclamarle y negarme, pero pensé que mi plan original sería mejor y decidí mostrarme sumisa. Tragué saliva y tomé la correa con el collar, lo abrí y me lo coloqué en el cuello. Luego mi suegro me dio el plato de perro y me dijo: “pon ahí tu comida”; lo hice: coloqué el plato de perro en la mesa y vacié el contenido del otro plato en él. Iba a comer cuando mi suegro me dijo: “¡Al suelo!” Entendí su orden, y aunque me enojaba mucho, me aguanté el coraje, tomé el plato de perro y lo bajé al suelo. Mi suegro había tomado la correa del extremo opuesto al collar y me jaló como ordenándome que me bajara a comer. Le seguí el juego y me coloqué con las rodillas y las manos en el piso y me empiné para comer como perra. Tuve que meter la cara en el plato de perro para sorber la sopa. Mi suegro, que se había sentado en una silla sosteniendo el extremo de la cadena sonreía mientras me tomaba fotos con su celular y me dijo: “Haz como las perras, saca la lengua para tomar la sopa”. Aguantándome la humillación y el coraje hice lo que él quería, comí como perra lo cual para un humano es sumamente complicado. Mientras yo me esforzaba por tragar como perra mi suegro comenzó a hablar: “Cuando te vi en la mañana lamiendo el suelo se me ocurrió esta idea y mira, no es nada mala, te vez muy bien tragando como la perra que eres”. Cuando por fin ...
... terminé la sopa, mi suegro me acarició la cabeza como se acaricia a los perros, se levantó de la silla y me dijo: “buena chica, vamos por tu guisado”, entonces yo, que no quería seguir con ese juego le dije: “ya no tengo hambre”. Él se me quedó viendo con cara seria y me dijo: “no te estoy preguntando su tienes hambre perra, te estoy diciendo que vayas por tu pinche comida”. No me quedó más remedio que obedecer, iba a levantarme cuando me dijo: “¡Ah, ah, como perra!” y me hizo seguirlo a la cocina caminando en cuatro patas. Cuando llegamos a la cocina, él se detuvo junto a la estufa y se asomó a la cacerola en donde estaba el guisado que yo había preparado. Colocó el extremo de la correa en su muñeca y tomó un pedazo de carne de la cacerola, lo partió con sus dedos y me dijo: “¡siéntate!”; yo me iba a subir a una silla y entonces mi suegro hizo cara de desesperado y me dijo: “¿eres estúpida o qué? ¡Como perra! ¡Eres mi perra hasta que yo te diga! ¿Entiendes?”. Bajé la mirada y asentí con la cabeza; me senté como él quería, con las piernas debajo de los muslos y coloqué mis manos en mis rodillas; entonces él colocó sus manos a los lados y me dijo: “¡así!”, obedecí colocando las manos dobladas a los lados, como perrita y entonces él me arrojó el pedazo de carne y me dijo: “¡atrápalo!”; yo abrí la boca, pero no pude atrapar la carne, que cayó al suelo; entonces él se rio burlonamente y dijo: “¡Ah de veras, lo que tienes de sabrosa lo tienes de pendeja!, a ver ahí va otro, ¡atrápalo!”; ...