Noches mágicas - Acto IV
Fecha: 25/04/2019,
Categorías:
Anal
Gays
Primera Vez
Autor: SirLawrence23, Fuente: xHamster
... así. René volvió a entrar despacio, sin prisa alguna. Intenté saborear cada centímetro atravesando mi esfínter. Uno, dos, tres, cuatro... segundos; volvía a tener la sensación de estar relleno de nuevo, a punto de estallar, de partirme en dos. Y cuando creí que sus bolas iban a chocar con mi culo, todavía conté: cinco..., seis..., siete..., ocho..., su manguera no parecía tener fin; era infinita, como mi placer; deliciosa, como mi agonía; dura, suave, caliente…, muy caliente, como un hierro al rojo. Mi ano se diluyó, se volvió a licuar. Ya no era de carne, parecía más bien una fruta, el corazón de una papaya madura que cualquier objeto, aunque sea romo, puede atravesar sin esfuerzo. Nueve..., diez..., ¡once...! sus huevos tocaron por fin carne: se acabó la penetración. Me llegaba su polla hasta la garganta, al menos me lo parecía. En esta posición no me atrevía a moverme, por temor a partirme en dos. Las corrientes nacieron de nuevo subiendo por mis piernas, recorriendo mi espalda. Todo mi cuerpo tembló. René percibió este temblor y comenzó a salir, esta vez más deprisa. Creo que él ya no aguantaba más. Por el calor que yo sentía, mi culo debía ser un volcán, la lava ardía en su interior y a más temperatura cuanto más dentro. Comenzó un vaivén continuo, un baile maldito, sacando sólo la mitad de su miembro. Un baile que me hacía sentir puntadas de placer con sus choques internos, pequeños orgasmos que endurecían mis huevos, que tensaban mi polla, bamboleando adelante y ...
... atrás. El ritmo se aceleró súbitamente, su polla se endureció como un hierro, se dilató aún más. No sentí dolor por su nuevo engrosamiento, pero sí que tenía dificultades en entrar y salir, aunque mi ano fuera a estas alturas de chicle y estuviera sobradamente lubricado. De ahí que para mantener el ritmo, incrementara la fuerza y sus embestidas se hicieron tan fuertes y duras que mi ano aumentó su temperatura con este roce brutal, así como toda la zona anexa al mismo, tanto interna como externa.Una ola de calor me invadió desde este centro de placer y se extendió al resto de mi cuerpo. Mi corazón se disparó, mi respiración se hizo entrecortada, jadeaba como un perro: la boca abierta, la lengua lamiendo la polla, los huevos, el vientre... de Sergio, según los movimientos a que era sometido. Y por fin una explosión de placer estalló apoderándose de mí. Un orgasmo profundo, prolongado, convulsivo, me sacudió todo el cuerpo. Me empecé a mover como un poseso en busca del falo torturador que me derretía las entrañas. Atrás y adelante los choques se hicieron violentos, vigorosos, descontrolados. Empecé a correrme. Mi polla se disparó sin estar en contacto con nada ni nadie, con fuerza, regando las sábanas y mis piernas... y quería que él se corriera también en ese momento.-Córrete, córrete..., lléname de leche..., inunda mi culo..., vamos..., suéltala ya..., venga córrete..., ¡venga ya...!, ¡dámela...!, ¡vamos...!, ¡yaaaa...!- gritaba como un poseso. En ese momento René me la clavó en lo ...