1. Arrepentidos los quier Dios. Capítulos 4º 5º y 6º


    Fecha: 30/10/2017, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Capítulo 4 Obviamente no voy a relatar todos los servicios que hice en mi vida. Me voy a limitar a contar aquellos que fueron extraordinarios y que demuestran hasta donde puede llegar la mente humana en el terreno de la sexualidad. Y la doble moral de los que predicaban ser los prototipos de los valores del espíritu en aquella sociedad machista. Otro día me dijo doña Patrocinio: --Mañana va a venir a conocerte, pues le han hablado muy bien de ti, una personalidad muy relevante; es la mano dura del Gobierno, y que gracias a él, "esta Casa" es consentida y admitida por el Régimen. Debes acceder a todos sus caprichos. --No me asuste, ¿no será un sádico, verdad? ¡Si es la mano dura del gobierno!.... --Tranquila niña, tranquila, que si le caes bien, te puede elevar a las cotas más altas de esta sociedad. --¿No me pegará, verdad? --No te asustes. Yo te diré lo que tienes que hacer para que el señor Ministro quede muy contento. Según me contaba no salía de mi asombro, pero la idea me seducía. Esta vez no iba a hacer de esposa, iba a ser la niñera del señor Ministro, su tata. Llegó sobre las siete de la tarde, camuflado detrás de unas gafas obscuras y un sombrero de ala muy ancha. Pasó directamente a los aposentos privados a través de un pasillo que sorteaba el salón principal donde concurrían los demás clientes. Era un hombre de unos 40 ó 45 años, alto, de facciones y gesto muy duro; me recordaba a ese actor americano, Boris Karloff. No me extrañaba nada al ver su faz que fuera la ...
    ... mano siniestra de este gobierno totalitario. Y lo que se decía de él fuera cierto: que a los disidentes que caían en sus garras, nunca más se sabía de ellos. Le llevó al vestidor anexo al dormitorio, y a los poco minutos lo trajo disfrazado de marinerito, con sus pantaloncitos cortos y tirantes, su camisita blanca y un gorrito con su lacito azul a un lado. Doña Patrocinio empezó la farsa. --Te he dicho mil veces Ginesito, que no vengas a casa más tarde de las ocho. Y a renglón seguido le sacudió una bofetada que tembló la lámpara del techo, (y a mí, las piernas). --No me pegues mamá, no me pegues, la culpa la tiene Luisito, que me ha entretenido en su casa jugando a los soldaditos de plomo. --¡Qué sea la última vez que te retrasas! --Sí, mamá. --Y ahora ve con la tata nueva que he contratado, para que te lave y te de la cena. --¡Uy que tata más guapa mamá me has traído! Gracias mami, gracias... Muak...muak... Miraba la escena alucinada y no daba crédito. "El terror" de aquella sociedad convertido en un indefenso y espantadizo niño que se sometía a los mandatos de su madre y servidumbre. Aprendía a pasos agigantados las técnicasde los que procuraban hacer ciudadanos perfectos y temerosos de Dios. Tampoco podía dar crédito, que esa piltrafa de persona pudiera traer en jaque a la oposición clandestina del Régimen; y que le temieran más que a un nublado. Me hizo una seña doña Patrocinio para indicarme como tenía que actuar. Entramos en la habitación reservada y preparada para el ...
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