Arrepentidos los quier Dios. Capítulos 4º 5º y 6º
Fecha: 30/10/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... a través de la adulación, las promesas y las lisonjas, para instalarse en el mismo, Me sucedió algo que jamás me había pasado: desear la compañía de un hombre que me quisiera de verdad. Es fácil entender que para mí, el sexo sólo lo veía como un negocio. Jamás tuve un orgasmo con mis clientes. Otro consejo de mi inolvidable Patrocinio. Nunca te enamores de un hombre, ni tengas un orgasmo con nadie, porque será el principio de tu decadencia. Pero la idea de enamorarme se arraigaba cada vez con más fuerza en mi pecho. Y me preguntaba: --¿Habrá merecido la pena sacrificar el amor puro y desinteresado en aras de haber triunfado como profesional del mismo? --¿Es qué el amor no significará nada para una mujer como yo? Me sentía vacía de los contenidos que nunca necesité: los que llenan de gozo el alma y el corazón. Quizás porque los había perdido o dejados olvidados en algún lugar. Todavía era muy hermosa, pero... ¿Qué hombre de esta sociedad machista, se iba a enamorar de verdad de una puta, por muy hermosa y rica que fuera? --¿Y yo? Después de lo vivido, ¿podría creer en ese amor verdadero, exento de materialismo, y sólo vivir el uno para el otro? Para conseguir saber si mis deseos se podrían realizar, decidí tomar un año sabático, y buscar fuera de mi entorno ese amor que me parecía imposible. Cerré "la Casa" con la excusa de hacer reformas; y me fui a vivir a un país de Centro América, en donde se decía que aún moraba el romanticismo y la ternura. Me instalé en un lugar en ...
... donde el mar y las palmeras eran los protagonistas; las personas, meros comparsas del paisaje que se dejaban seducir por el ambiente. Me encontraba tan a gusto, que hasta me olvidé de mi existencia anterior. Me hallaba una tarde respirando la brisa del mar sentada en una terraza del Malecón tomando un refrescante mojito con la mirada perdida en la distancia; cuando una voz que provenía detrás de mí, dijo: --¿Esperas que aparezca por el horizonte? La voz sonó tan cerca de mis oídos, que no me cabía ninguna duda que se dirigía a mí. Di la vuelta y allí estaba. Por un momento pensé decirle que a quien esperaba era a él. Pero me pareció improcedente. Era un varón de unos 35 años, pero no se notaba la diferencia de edad, ya que cualquiera que no nos conociera, habría calculado tener la misma, año más o menos. Estaba muy acostumbrada a tratar con hombres, pero éste me pareció un ángel; posiblemente porque iba todo de blanco; zapatos, camisa y pantalón, y también porque esa sonrisa jamás la había visto tan franca y clara en mi vida a ningún varón. Todas las sonrisas de los hombres que había tratado, me parecieron dengues. De más de un metro ochenta de estatura; de cabellos como el azabache, ligeramente ondulados, ojos negros y profundos que reflejaban un interior sin duda lleno de grandes cualidades humanas. Y unos labios... ...¡Ay que labios! Para beber y agotar todas las reservas de sus manantiales. --No, no espero que aparezca nadie por lontananza, dije señalando el horizonte del ...