Inocencia
Fecha: 12/05/2019,
Categorías:
Primera Vez
Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster
Desde que te vi en el micro, sentada junto a tu mamá, me quedé prendado, lo sabes, ¿verdad?Tu obvia belleza; la complexión fina de tu cuerpo y cara; la suavidad evidente de tu piel y esa pequeña boquita tuya me atraparon la mirada.¿De qué conversaban ustedes dos? No lo sé, pero mi atención se volcó totalmente en ustedes, o mejor dicho en ti.Supongo que lo notaste, pero te lo digo de todas maneras, no dejaba de ver tu reflejo en el espejo del chofer, tratando de que tu mamá no se diera cuenta; tú te me antojabas. Temí que me creyera un pervertido. Yo mismo me sentí así, hasta que supe tu edad y me tranquilicé al saber que ya no eras una niña.Claro, no iba a abordarte estando tu mamá presente. Lo que sí es que puse atención en dónde se bajaron. Bajé poco después y las seguí. Fue así que supe donde vivías.Pocos días después, no dejé de frecuentar tu calle periódicamente, esperando que salieras de tu casa sola, sin la compañía de tu mamá o alguien más. Eso tardó un rato, vaya que tardó, pero la verdad me tenías atado. Por las noches no dejaba de pensar en ti y le daba vueltas a lo primero que te diría.Por fin, cuando finalmente tuve la oportunidad de abordarte, lo primero que me salió preguntarte fue tu edad. Me habrás tomado por un tonto, pero así me di cuenta que contabas con la adecuada para poder entablar relación contigo. Tal vez me recuerdes un tanto ansioso, si bien traté de controlarme, pero todo tu cuerpo me ponía así, vibrante, deseoso por tocarlo.Lo que pasó después ...
... no puedo calificarlo menos que como los mejores días que había vivido junto a mujer alguna. Sé que nuestros pensamientos eran distintos; nos llevábamos algunos años. Distábamos de gustos, sin embargo, por ti, fui a ver esas películas infumables y melosas, no me importó. Hasta te regalé música que yo jamás hubiese escuchado de ninguna otra manera. Y los peluches; no sé qué le dirías a tu madre sobre quien te daba todos esos obsequios, o cómo los conseguías, pero agradezco que nunca se enteró de mí.La primera vez que nos besamos... ¿sabes? Fue lindo, como acariciar una flor pétalo a pétalo, tratando de no estropearla. Tus besos fueron tan suaves e inocentes. Tan naturales. Envolverte toda tú, todo tu rostro entre mis manos era maravilloso.Y la primera vez que aquellos labiecillos tuyos tocaron mi verga... ¡uy, qué rico! La mera verdad, te confieso, sentí venirme de inmediato, pero aquello hubiese estado muy mal de mi parte. Aguanté dolorosamente, no tanto por no pecar de precoz, sino porque mancharte en ese período se me hacía una deshonra. Ya llegaría el momento, lo sabía, pero no en ese día.La primera vez que tus delicados labios tocaban aparato masculino alguno; la primera vez que tenías falo ante ti, debía ser especial. Un momento gustoso, digno de evocación y no algo mundano, ni repugnante. Tú, chiquilla, estabas por volverte mujer y eso debía ser gozoso.Así es, yo estaba muy consciente de que te sometería a una serie de experiencias que te convirtieran en mujer, y quería ...