Carta a Mario
Fecha: 12/05/2019,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Mario: ¿Te acuerdas de la primera vez? Yo sí. Diablos, hacía tanto tiempo que no tenía relaciones que prácticamente era virgen. Y tal vez por eso, o por otras cosas, al verte esa noche, apenas te tumbaste en la cama de al lado, casi desnudo, no pude menos que temblar de una emoción súbita. Con esa truza de un blanco purísimo tu cuerpo destacaba todavía más en la penumbra. Y yo miraba y miraba, y en las sombras hasta los ojos me dolían, tratando de adivinar el tamaño del miembro que te traías entre las piernas. Apenas te desvestiste yo me prendí de tu figura entallada, del calzón blanco que te quedaba perfecto, del tórax macizo y ancho, con unos abdominales que destacaban como colinas, los pectorales hermosos y el cuello de toro coronado con esa cabeza tuya de pelos encrespados, ese rostro de niño, apenas con un suave vello a manera de bigote, los labios gruesos y sensuales, los ojos verdes que amenazaban con ser mi perdición. Ojos verdes que contrastaban con tu cuerpo moreno, y que encendían todavía más tus rasgos varoniles. Y hacia abajo la cadera esbelta, los muslos gruesos, las piernas bien torneadas, los pies enormes. Y no era la primera vez que te miraba, pero te juro que esa noche algo pasó conmigo que me prendió. Durante largos minutos el corazón bailó una danza violenta, intensa, extraña, y el cerebro terminó por aceptar los dictados que llegaban desde el pecho. Debo confesar que yo no quería. Deseaba consolidar mi posición heterosexual, ahogando en mi memoria algún ...
... contacto homo anterior hasta olvidarlo por completo. Pero tu cuerpo, oh, cielos, tu cuerpo, tan hermoso y tan próximo, tan exacto a las estatuas de los dioses y semidioses griegos, terminó por abatir mi resistencia. Por eso me abalancé hasta tu cama, y toqué tu pierna tímidamente. Está claro que deseaba que no me rechazaras, pero igual esperaba tu rechazo, y como no dijiste nada, pensando que estabas ya dormido, quise al menos tocar tu sexo precioso con la mano. Puse la palma sobre el miembro en reposo y sentí su forma. Pero el calor que irradiabas era tan suave, tan sensual, que no pude quitar la mano rápidamente. Me quedé allí, como ya sabes, y entonces supe que estabas despierto porque al contacto se levantó debajo de la tela un volcán en erupción. Cuando quise quitar la mano ya la tuya estaba sobre la mía, tus dedos guiaban a los míos por debajo de la tela de algodón blanco y deslumbrante, y la siguiente sensación que llegó hasta mi cerebro fue la del vello increíblemente sedoso que rodeaba tu macizo montañoso. Se enredaba en mis dedos y mandaba sensaciones a todas mis células, mezclándose con las explosiones que ya tenía mi corazón. Los dos a esta hora sabíamos que la suerte estaba echada, y que no habría vuelta para atrás en el minutero. Me acomodé en la cama, a tu lado, aspirando el olor que emanabas, olor de macho viril, invitación a no dormir, a tocarte hasta el amanecer si era posible. Toqué tu pecho desnudo y tus tetillas erguidas, y seguí con la mano temblorosa la ...