RELAX
Fecha: 13/05/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: lib99, Fuente: RelatosEróticos
Di un pequeño respingo cuando sentí en la espalda el frío líquido del masaje. Fue sólo un instante. La sensación se volvió placentera de inmediato, cuando las expertas manos de Mónica comenzaron a deslizarse por mi piel. –¡Vaya! Estás muy tenso, Gabriel. Va a costar soltarte estos mudos. –Mmm… Sí. Es el estrés. Si no fuera por tus maravillosos masajes, Mónica, no sé cómo sobreviviría. –¡Adulador! Tumbado boca abajo como estaba no podía ver su cara, pero noté que sonreía. No le había mentido respecto al efecto de sus masajes, pero existía otra razón menos confesable para acudir cada semana a su consulta. Era una mujer imponente. Bajo su escueta y fina bata intuía su anatomía rotunda, joven y prieta, plena de apetitosas concavidades y convexidades. Una curvilínea orografía cuya sola presencia me ponía cardíaco. Habría acudido a cada cita sólo por sentirla cerca, pero que además sobateara y estimulara cada músculo de mi cuerpo con aquellas manos de largos y habilidosos dedos era un placer irrenunciable. Trabajó con insistencia la zona alta de mi espalda, donde más agarrotados se hallaban músculos y tendones. Cervicales y omóplatos se relajaron a medida que sus yemas se clavaban en mi piel. Luego descendió siguiendo la huella de la columna hasta la zona lumbar, apartando la toalla que cubría mis glúteos. Trabajó con determinación la difusa línea que separa espalda y culo, despertando mi libido cuanto más se aproximaba al comienzo de la raja. –Mmm… ¡Ahí, ahí! Llevo días con ...
... una molestia insoportable a la altura de la curcusilla. –Sí, ya lo noto. Habrá que trabajarla a fondo. Apartó casi por completo la toalla, dejando al descubierto la mayor parte de mi trasero y aumentó el radio de sus movimientos, hasta masajear mis nalgas. Las refregó con fuerza. Me desprendió de mi única prenda y continuó con mis muslos. De afuera hacia adentro sus dedos se introducían cada vez más entre mis piernas, hasta que alcanzaron el perineo. Lo frotó entonces con delicadeza, pero con decisión. El corazón se me agitó y noté como la polla comenzaba a hinchárseme. En ninguna sesión anterior Mónica había trabajado tan “a fondo”, aunque yo no tenía intención de quejarme. Permanecí tumbado, con la mejilla contra la camilla y los ojos cerrados, expectante. Su masaje continuó, separándome los glúteos e introduciendo sus dedos entre ellos. Buscaron el ano y lo estimularon. –Hace falta relajar este músculo. Relájalo todo lo que desees, pensé mientras notaba como mi verga, dura, se incrustaba contra la camilla. Cuando uno de sus dedos penetró mi esfínter me sentí en el cielo. En un principio el precio de cada sesión me había parecido algo elevado. Ahora pensaba que no le pagaba lo que valía. Continuó frotando ano, glúteos y perineo, rozándome la bolsa escrotal. Entonces se detuvo. –Bien. Esta parte ya está. Date la vuelta. Ahora continuaremos por delante. Me quedé parado, sin saber muy bien qué hacer. Debía volverme y mostrar mi fuerte erección. No estaba seguro de cómo iba a ...