Mi efebofilia 2 - “Más de Juan, ojos azules”
Fecha: 15/05/2019,
Categorías:
Gays
Autor: meteorotuc, Fuente: SexoSinTabues
... primera comida de culo a rozarnos, mi verga en su culito, su mano en mis piernas, las mías en su cuello y pecho. Fuimos dejando caer la poca ropa que teníamos y acabamos en mi cama en un sesenta y nueve casi natural. Su boca hacía maravillas en mi polla mientras que yo intentaba darle placer a la suya con una felación profunda, a la vez que no abandonaba el agujero rosado y caliente de su culo. Me lo pedía. No pares, me decía. Mis dedos trabajaron mucho con la saliva que le iba echando. Entendí que era oportuno intentar entrar ahí con mi verga. Nos pusimos de lado, su espalda hacia mi pecho. Sin dejar las caricias y los besos le dije que quería metérsela. No me contestó, y me miró con ojitos preocupados. Le dije que sabía que tenía miedo al dolor, pero que me dejara intentarlo al menos, que si notaba que no lo resistía parábamos ahí nomás. No dijo ni expresó que sí ni que no. Sólo se volteó posicionando su trasero sobre mi verga. Su sumisión era el permiso que necesitaba. Recurrí al lubricante que tenía en mi mesa de noche y empecé a penetrar. Le dolía y le incomodaba, evidentemente. No iba a forzarlo, y ese era mi esfuerzo. Fue una larga faena lograr entrar mi glande y, sobre todo proseguir con el desvirgue. A mitad de viaje supe que no iba a poder más, y con eso nos conformamos. El vaivén fue de menos a más, pero sin llegar a ...
... ser del todo profundo ni rápido. Lo suficiente para que él apreciara el gozo y gimiera de placer, y yo llegara al climax de mi corrida. Juan se pajeaba frenético a la vez que le dejaba el recto lleno de mi semen. El placer no acababa. Tenerlo así, penetrado, gimiendo ambos hasta sosegarnos, era un éxtasis incomparable a otros placeres. Además, esta prolongación del contacto físico evidenciaba que lo había pasado bien, que nos había gustado. Que era más que un polvo bien echado. Nos duchamos juntos sin dejar de acariciarnos. No hablábamos. Nos tocábamos y rozábamos. Pronto nos encendimos, pero lo dejamos así. Seguimos juntándonos algunas tardes durante esos meses de 2008. Tampoco eran todas las tardes. De vez en cuando pasábamos de la charla, el cigarrillo y el chocolate a fundirnos en una relación sexual cómplice y furtiva. Pero siempre fuimos a más, a mejor. Una tarde de verano y de vacaciones, después de un rato de sol y piscina en mi terraza, acabamos juntos en la ducha, a reposar en mi cama, a acariciarnos y chuparnos. Incluso llegó la oportunidad en que me preguntó si podía penetrarme él a mí. Ese morbo dispararía mis ratones una vez más. Un jovencito de 15, guapo y virgen, debutando en mi culo. Sería el disparador de nuevas experiencia. Sobre todo para Juan, a quién se le abriría un mundo se posibilidades con otros y otras.