1. Bianca


    Fecha: 27/05/2019, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... el camino no podía dejar de mirarla, ella solo caminaba y diría que danzaba junto a mi. Su falda blanca, balanceándose al ritmo de sus caderas, era capaz de hipnotizarme. Al llegar al edificio y mientras subía una estrecha escalera tras ella pude admirar el culebreo admirable de sus piernas de bailarina sobre sus tacones de aguja color de plata. Cuando cerró la puerta del piso nos volvimos a besar con pasión. Sentía la dureza de su cuerpo perfectamente esculpido apretado contra mi. Su lengua vertía un veneno embriagador en mi boca. Sus labios se movían con maestría, ternura y lascivia. Mordió los míos suavemente, una y otra vez, cada vez con más intensidad. Aquel dolor tan suave contrastando con la húmeda calidez de su lengua inacabable me excitó. Mi miembro estaba cada vez más duro, comprimiéndose contra la goma elástica de mi ropa interior. Ella me desabrochó los pantalones y acarició el bulto inflamado que se expandió liberado. Mis manos se deslizaron sobre su espalda. El tacto de su piel tenía la calidad tersa y pulida de las manzanas nuevas. Las yemas de mis dedos no podían dejar de sentir ese contacto tibio una y otra vez. Se separó de mi, me tomó de la mano y fuimos a una pequeña habitación donde había una pequeña cama. Bianca se desembarazó de su vestido y de los sujetadores, los depositó en un sillón y se giró hacia mi. Mil sensaciones se despertaron en mi, temblando dulcemente ante la belleza de aquel cuerpo inmortal en todo su esplendor. En la tenue luz de ...
    ... aquella habitación, su piel brillaba oscura, contrastando con la blancura de sus braguitas y sus zapatos bruñidos. Sus pechos eran admirables, compactos, rotundos, definitivos. Los pezones se disparaban hacía mi afilados. Sus abdominales perfectamente delineados trazaban una senda irresistible hacia sus braguitas en cuyo abultamiento se adivinaba la tibieza de un pene exquisito. Sus piernas eran dos largas columnas divinamente torneadas acabadas en unos tobillos preciosos en los que se iniciaban los pies más bellos que un ser humano pueda poseer. Tanta belleza me abrumó. Me arrodillé frente a Bianca, la abracé y comencé a besar su cintura. Ella se apoyó contra el sillón en el que había dejado su ropa, me sonrió y me ofreció una de sus piernas. La tomé con las manos y la acerqué a mi. Besé su rodilla, apoyando con suavidad los labios. El mundo desapareció de mi vista. Solo podía concentrarme en cada centímetro de su piel. Su aroma seguía siendo una droga poderosa que me embriagaba. Descendí hasta su tobillo. Desabroché el zapato y se lo quité con suavidad. Aproximé los labios a aquel pie soberbio y lo besé. Su sabor, ligeramente más fuerte que el resto de su piel penetró como una puñalada en mi cerebro. Lamí su superficie deliciosa. Introduje entre mis labios apretados, uno a uno, cada uno de los dedos de su pie y los sorbí, simulando que cada uno de aquellos pequeños follaba mi boca. Mi lengua se deslizó encantada sobre su empeine, tocó con dulzura su planta, exploró todos los ...