Volviendo a follar con mi cuñada II
Fecha: 28/05/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: morboso1957, Fuente: CuentoRelatos
Aclaración: para aquellos que me habéis escrito diciendo que no entendíais lo de “mi cuñada”, deciros que el término correcto sería concuñada, (mujer de mi cuñado), término que no se suele usar mucho, utilizando siempre la misma terminología para ambos. Tras ducharnos y relajarnos, decidimos ver una película. Mientras Maite fue a por una botella de vino y dos copas, me dijo que buscara entre las películas “Los Puentes de Madison”. Puse la película en el lector de DVD y me senté en el sofá. Cuando regresó, decidió tumbarse apoyando la cabeza en mis piernas. Descorché la botella, serví el vino y nos dispusimos a verla. Aunque yo la había visto por lo menos cuatro o cinco veces, es una película preciosa y que no me canso de ver. Maite se incorpora, bebemos un poco de vino, nos besamos y volvió a tumbarse como antes. No puede estarse quieta y a pesar de seguir mirando la película, se las arregla para con una mano ir acariciando mi pecho y con el dedo índice haciendo caracolillos con mi vello. Yo, que no soy inmune a ninguna caricia, dejo de estarme quieto y comienzo a acariciar sus rodillas, ya que tiene las piernas flexionadas y bajando en busca de sus pies desnudos los acaricio una y otra vez. De vez en cuando acaricio su cara, como si de un bebé se tratara, apartando su pelo y deslizando mis dedos suavemente por su mejilla, ojos, labios y cuello. En una de las caricias con la palma de la mano, al mismo tiempo deslizo el dedo pulgar sobre sus labios y presiono un poco para que ...
... los abra. Logro entrar con mi dedo en su boca, girándolo suavemente hasta que ella lo acaricia con su lengua circularmente y luego lo absorbe dentro de su boca, sintiendo y disfrutando del calor y humedad de la misma. Cambio mi mano por la izquierda y, a pesar de no ser la postura más cómoda, sigo haciendo las mismas caricias en su cara y cuello, en tanto que con la derecha, estiro sus piernas y comienzo a acariciarlas desde los pies hasta las rodillas, sin prisas. Tras largos minutos así, comienzo a subir por sus muslos desnudos dejándome llevar por la suavidad y el calor que emanaba de su piel. Acaricio también su vientre, que siempre desprende un calor especial y en el que me gusta entretenerme apretándolo como si lo amasara, notando en mis manos su carne y esa pequeña capa de grasa que me encanta sentir entre mis manos. Con la otra mano, dejo de acariciar su cuello y desciendo en busca de sus pechos que me esperan anhelantes y con los pezones completamente erectos. Mis caricias van haciendo mella en Maite que ya respira con cierta agitación mientras aprieta mi mano contra uno de sus pechos, inspirando profundamente. Alterno uno y otro pecho y también acaricio suavemente sus pezones al principio, pero luego los estiro un poco y suelto porque sé que esto le excita sobremanera. Ya comienzo a sentir algún jadeo además de su respiración agitada, mientras estira de mi vello. Maite ya nota mi erección junto a su cara y la aprieta firmemente y con deseo, sintiendo como acaricio ...