Dominio en un despacho
Fecha: 31/05/2019,
Categorías:
Dominación
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Me llamo A. , y soy abogado ; casado ; tengo mi propio bufete y una próspera posición social , con un eficiente pasante desde hace años. Pero , más joven , tuve una secretaria... Porque mi historia es la de ella y mía , de los dos .La historia de un día de finales de verano , cuando los días se acortan y el calor languidece. María Elvira era diplomada universitaria, llevaba dos años conmigo como pasante y era la culpable de que las labores de oficina se dulcificaran; su tímida compañía le había dado color a las largas y aburridas tardes de abogacía , recursos , interdictos y gestiones inmobiliarias . No me malinterpretes , no aborrezco mi oficio , pero ya no era lo mismo desde que , con veintidós años , una pálida "jipi" cohibida de ojos miel claros entró por la puerta del despacho solicitando la plaza de secretaria de mi incipiente bufete. Me ganó en aquel momento su apocado carácter , como el de una niña impúber pero abrigada en la lozanía de una veinteañera. Pues de Elvira sospeché un bonito cuerpo , torpemente cubierto por un blusón floreado y unos jeans viejos descoloridos. Confieso que también me ganó su aspecto . Dos años más tarde el desconcertante corte de pelo de chico y las ropas desangeladas habían dejado paso a una bonita cabellera rizada color caoba , recogida graciosamente en una cola , que enmarcaba su levemente bronceado rostro infantil , un conjunto gris de pantalón y chaleco entallado de lino sobre un top morado que ceñía sus breves pero contorneados ...
... pechos. Si desde ya el primer instante no me había resultado indiferente , con el paso del tiempo había prendido cada vez más mi interés por ella : me gustaba , y cada vez más . Y por más que intentara evitarlo , la espiaba sesgadamente cuando se inclinaba ordenando fotocopias , o con ella sentada al teclado le dictaba documentos en pié a su lado siguiendo mis ojos el recorrido de su nuca desnuda , la curvatura de sus caderas , la marca de su sujetador en la axila o , instante glorioso , la visión fugazmente adivinada entre los botones de su blusa de una teta orlada por la puntilla de su lencería íntima. Pero del interés pasé a la obsesión más enfermiza ; los días sin su compañía se habían vuelto grises y desesperantes , monopolizaba todas mis ensoñaciones y ocupaba mi mente sedienta cada día más con un apetito agobiante que no lograba sacudirme de encima. Y lo peor eran los celos ; sí , las noches del fin de semana anhelaba verla y no podían tener peor conclusión si era en compañía de un "rival", aun cuando su timidez la volvía distante y huidiza al trato personal fuera del limitado círculo de sus amigas habituales , y ello me incluía a mí pues apenas lograba algo más que un embarazoso mohín de saludo al cruzarnos por la calle. En fin , estaba "encoñado" de una mujer inaccesible pero , de cierta manera , sometida a mi voluntad . Y el encaprichamiento que sentía yo por Elvira estaba revestido de sentimientos desconcertantes ; sufría inoportunas erecciones cuando cubría el talón de ...