1. LA DECENTE


    Fecha: 02/06/2019, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    La Decente, es una mujer casada de 35 años. Morena. 1.75 de estatura, delgadita, de grandes tetas. cabello negro. largo y rizado, y bella, muy bella. Yo, desde niño, iba a su casa a jugar con su hijo, y después de los 11 años, edad en la que empecé a pajearme, iba para verla para pajerame después. Tuvieron que pasar unos cuantos años para que me decidiera a entrarle. Eran los Carnavale. Habíamos dado vacaciones en el Instituto. Mi madre. Mi padre. El marido de la Decente, y su hijo, fueron al desfile de las carrozas. Yo, fui a casa de la Decente, a por un poco de sal para echarle a un tomate, o esa fue la disculpa para entrar en su casa Ya en su casa, la Decente, se agachó para coger el salero en la estantería. Yo, le levanté la falda y con una mano acaricié los muslos de aquellas largas piernas. Se levantó. Se giró, me miró con seriedad, y me dijo: -¡Las manos quietas, demonio! Con la cabeza gacha, le dije: -Fue un pronto, pero es que me paso el día pensando en ti. Estás buenísima.Me duelen las manos de tanto pajearme. Ella, ahora, sonrió, y me dijo: -Estás en la edad del pavo. Búscate una chavala de tu edad.Soy una mujer casada y decente. Se volvió a girar. Se volvió a agachar para coger el salero. Aproveché para sacar mi polla, gorda y empalmada. Quise saber si le gustaba. Al volver a girase y verme con ella en la mano, exclamó: -¡Tu polla es una monstruosidad! Con lo gorda y larga que es rebentarías a una chavala de tu edad... ¿Cuánto te mide? -25 centímetros. Me ...
    ... acerqué a ella. Le levanté la falda. Le cogi su gran culo y la atraje hacia mí. Le metí la polla entre los muslos. Me puse en la punta de los pies para besarla. Ella, con el salero en la mano, levantó la cabeza y no le llegué a los labios. Abrió un poquito las piernas y mi polla comenzó a frotarse contra su chochito, por encima de las bragas. Se quedó un momento mirándome y sintiendo mi polla entre sus piernas. Sentí como temblaba. Estaba caliente, se le notaba porque estaba colorada como una grana, pero, separándose de mí, me dijo: -Le voy a decir a tu madre lo que acababas de hacer, y no se lo digo a mi marido porque te mataría. ¡Fuera de mi casa y no vuelvas más! Me fui, caliente y decepcionado, pero no me arrepentía de lo que había hecho. LLegué a casa. La volví a sacar, y está vez, de pie, pensando que en vez de apartarme a mí, se apartaba las bragas y se la metía, un chorro de leche surcó el aire hasta parar en el techo de la cocina. Al día siguiente, mi madre, no me llamó la atención. La Decente, no le había dicho nada. Pasaron los días. Yo evité encontrame con la Decente. Un mes mas tarde, me dijo mi madre: -La vecina quiere que le escribas una carta al alcalde, sin faltas de ortografía. ¿Se la puedes hacer con tu PC. y...? -Se la puede hacer su hijo. -Se les estropeó el ordenador. -¿Te dijo ella que fuera a su casa? -Si. Me fui a casa de la Decente, con el PC en la mano. Llamé a la puerta. Abrió la puerta con una sonrisa en los labios. Me mandó pasar. Y dentro, me dijo: ...
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