-
Mari, mi vecina madurita y pechugona. 1. El ascensor
Fecha: 06/06/2019, Categorías: Sexo con Maduras Fetichismo Autor: xavimysk, Fuente: CuentoRelatos
... dar tu tética. Comencé a chupar de su teta como si fuese un bebe intentado alimentarse. Aquello debía parecer ridículo a los ojos de cualquiera, pero yo estaba realmente extasiado lamiendo aquella teta. —Que bien como me come mi niño. ¿Te gusta rey? —Mmm sí, SÍ —Conteste sujetando la teta con mis propias manos. —Veo que te sirves tú solo —Dijo soltando su teta. Tras quedar libre su mano la bajo hasta la altura de mi paquete y lo tanteo con la palma. —Vaya, parece que al final si es verdad que te gustan las tetas de esta viejecita —Deslizo su mano por la goma del chándal que llevaba puesto y apartando el calzoncillo tomo mi polla con su mano y comenzó a deslizarla arriba y abajo. —Pff, ya te digo. Le conteste mientras mordisqueaba su pezón. De repente la luz volvió a encenderse. Ambos nos sobresaltamos por el susto e intentamos recomponernos. Mari abrocho su sujetador y un par de botones de la blusa que quedo pegada a su pecho por la saliva con que estaba cubierto. Yo intente colocar mi polla de forma que se marcase lo menos posible en chándal. Unos segundos después el ascensor llegaba al quinto y se abrían las puertas mientras yo todavía limpiaba la baba de mi ...
... cara con la mano. —¿Hay alguien en el ascensor? —La voz provenía de escalera abajo y era la de Luís, el presidente de la comunidad. —Sí estábamos Javi y yo —Contesto Mari saliendo por la puerta y terminando de alisar si ropa. —¿Habéis estado mucho tiempo encerrados? —No, solo cinco minutos. —Ok, contesto Luís desde abajo. Voy a poner letrero para que no lo coja nadie y llamar a la compañía de mantenimiento no sea que se quede alguien más encerrado. —Vale, gracias Luís —Contesto Mari asomándose por la escalera. Mari se giró en mi dirección y mirándome a la cara pregunto en voz baja. —¿Te esperan en casa? —No mis padres no están en casa. —¿Me ayudas a colocar la compra entonces? —Volvió a preguntar mirando ahora en dirección a mi paquete y mordiéndose el labio mientras esperaba mi respuesta. —Sí, sí, claro que sí. Sonrió y a toda prisa abrió la puerta de su casa. —¡Vamos entra! —Cogí carro, bolsas y resto de bártulos y en pocos segundos estaba con Mari en su casa. Desde el umbral de la puerta ella miro hacia la escalera una última vez girando la cabeza a un lado y a otro para comprobar que ningún vecino nos hubiese visto y acto seguido cerró la puerta. Continuará.