En el vestidor de una tienda de ropa
Fecha: 10/06/2019,
Categorías:
Grandes Relatos,
Hetero
Autor: Penegrande, Fuente: CuentoRelatos
... cerré el vestido y empecé a besar sus hombros un poco hipnotizado por su aroma, ella se dio media vuelta y su mirada se turbó, nos quisimos dar un beso pero ella alcanzó a detenerme diciendo: "no, en la oficina nos conocen"… Yo mirándole a sus ojos angelicales le respondí: "Ellos no están aquí ahora"... y empezamos a besarnos desenfrenadamente, no habría más treguas esta vez, nos dejamos llevar por el hilo del deseo. Ella se deshacía en mis brazos mientras mi mano aprovechaba en soltarle un poco el vestido y acariciar sus blancas nalgas. Mis besos empezaban a hacer efecto en ella que aumentó su temperatura, que rica mujer, tan deseosa de mí y tan suave a la vez. Su vestido terminó en sus pies, dejándome ver su calzoncito sin brasier, sus pechitos eran pequeños y suaves, me los metí a la boca, los chupé ambos mientras mi otra mano metía un dedo entre su calzón y su culito. "Señora todo bien" - Alcanzó a decir la encargada de la tienda. Mierda, despertamos del trance... Ella cogió su vestido y salió rauda. Yo esperé un poco a que se me bajara la temperatura y salimos de ahí. Terminó comprándose el vestido y nos subimos a mi camioneta, nos alejamos de ahí y nos detuvimos para tomarnos una cerveza, la necesitamos en verdad. La noche era tranquila y me estacioné en un lugar donde no pasara mucha gente y volvimos a los besos desenfrenados, besaba muy bien y cuando le pedí que nos fuéramos a los asientos traseros de mi camioneta dijo que sí. Nos encontramos ahí atrás solos con ...
... ventanas oscuras, como si fuera una recámara de placer privada, ahí nos abrochamos en besos y caricias y empecé a lamerle su sexo, estaba más mojada que mi lengua, si clítoris era delicioso, pequeño y escondido no se escapó de mis lengüetazos, no tardó en gemir, trató de minimizar el ruido, yo seguí con su sexo en mi cara. Con ambas manos agarré bien sus piernas y me aseguré que me diera toda su conchita. Ella se contorneaba de placer, ese aroma a hembra siempre me excita. Se detuvo, solo para ponerse encima de mí, rápidamente me acomodé (como pude en ese incómodo espacio) y dejé mi pito parado. Ella se montó con los ojos cerrados, su vagina estaba completamente húmeda aunque no se la metió de un solo bocado, si no en el segundo intento. Estaba oscuro, alcanzaba a verle su rostro jadeante por las luces que asomaban por el sunroof de mi camioneta que previamente había abierto. Con el antebrazo derecho la pegué hacia mí y le empecé a dar fuerte. A la mierda si la camioneta empezaba a saltar, su carita me excitaba. Habremos estado así casi por 10 minutos cuando empezó a cansarse. Le cambié a perrito, agarré sus pequeñas caderas y empecé a embestirla fuertemente, ella aguantaba los gritos y pujaba solamente. Su cabeza la tiraba para atrás y su columna se arqueaba. Las lunas estaban ya empañadas a pesar de tener el sunroof abierto, estábamos sudando pero llenos de placer. Le cogía de su cabellera y le jalaba cual jinete embravecido. ahhh que rico, alcanzaba a decir ligeramente. Le ...