1. Cambiador número dos (Parte final)


    Fecha: 10/06/2019, Categorías: Masturbación Confesiones Autor: infrarrojo, Fuente: CuentoRelatos

    Sin más me metí en el cambiador, resuelto a llevar las cosas hasta un límite que estaba por descubrir. Conmigo llevé el teléfono celular, y una determinación semejante a la de aquella vez primera en el cibercafé, cuando quise masturbarme y no pude hacerlo. Me pareció notar que Jimena intentaba detenerme, y muy nerviosa miraba hacia donde estaban las chicas, que dicho sea de paso estaban absortas conversando de cara a la calle, sin apenas prestarnos atención. Volteé la cabeza antes de ingresar en el cambiador número dos y sonreí ligeramente. Esta vez dejé levemente corrida la cortina del cubículo. Si Jimena era tal cual yo la imaginaba, pues no aguantaría la curiosidad y querría comprobar si era cierto aquello que yo había señalado acerca del espejo que abarcaba el ancho de la pared. Me aseguré de dejar corrida la cortina tanto como para que viera desde el exterior, pero no demasiado... Pues si se acercaban al probador de ropa mis otras dos compañeras, no quería que me viesen haciendo una locura. Me miré en el espejo entendía que tenía que ser cauto, pero también veloz para concretar lo que sea que estuviese por hacer... No tenía un plan, pero sí estaba lleno de coraje y calentura. Lamentablemente desde el interior del cambiador no podía mirar hacia afuera; no sabía Jimena estaba o no mirándome. Quería creer que sí... Necesitaba pensar eso. Me miré nuevamente en el espejo y comencé a desabrochar mi pantalón de jean, asumiendo que Jimena estaría mirándome absolutamente ...
    ... espantada y nerviosa. Pero también pensé que cuando los nervios se le esfumasen podría calentarse, pues la situación era en extremo morbosa. Las voces de Nancy y Marisa se oían lejanas, así que evidentemente estaban ellas todavía en la puerta que daba a la vereda del negocio. Esto me animó y dejé caer mi pantalón, al tiempo que levanté mi remera para que se vieran mis abdominales. Recién entonces abrí la cámara fotográfica de mi teléfono celular. No necesité mirar mi pija para darme cuenta de que estaba chorreando de calentura. La tenía dura y la punta del glande estaba brillosa y resbalosa. Sentía unas ganas locas de masturbarme, pero seguí con el plan y me limité a hacer algunas fotos porno, tremendamente porno. Estaba pensando ya que Jimena disfrutaría muchísimo al verlas. Entonces recobré la poca conciencia que habitualmente tengo y me dije que tenía que salir al instante del cambiador, antes de que alguien más notase que algo raro ocurría conmigo. Tampoco me quería quedar sin trabajo por un juego sexual. Cuando salí del cambiador me topé con una imagen inesperada: las chicas estaban en el mostrador conversando con Jimena. ¿En qué momento se habían acercado? ¿Jimena me había visto desnudo, a través del hueco de la cortina corrida, o yo había echado a volar mis fantasías y nada de eso había pasado? Me quedé con las ganas de mostrarle a Jimena las fotos pornográficas. No tuve un solo momento de intimidad en el resto del día; y cuando estábamos por terminar la jornada, apareció Ana ...
«1234...»