Cambiador número dos (Parte final)
Fecha: 10/06/2019,
Categorías:
Masturbación
Confesiones
Autor: infrarrojo, Fuente: CuentoRelatos
... y se fueron juntas. Me quedé conversando con Nancy y Marisa, mientras hacía la caja del día y ordenaba las facturas de lo vendido en las últimas horas. La dueña del negocio me había dado la orden de cerrar y no esperarla. Yo tenía llave, así que procedí como hacía normalmente. Marisa estaba rara, tal vez un poco enferma o desganada. Yo no alcanzaba a descubrir qué le ocurría. Pero a los pocos minutos se acercó al mostrador, mientras Nancy acomodaba unas prendas de vestir, y comenzó a hablarme de manera irreverente. ―¡Qué cara de puta tiene Ana, ¿eh?! ―gruño con gesto desdeñoso―. Me revienta cuando viene a buscar a Jimena apenas cerramos la tienda... Qué se cree, que vamos a robarle a esa flaca escuálida ―dijo alzando las cejas―. Jimena es buena mina, pero su novia es un asco y es tan estúpida y altanera que la odio... ¿Saben qué? Mejor me voy a casa, antes de que me enferme de nuevo. Yo estaba ensimismado, un poco encabronado porque Jimena se había ido sin que yo pudiera enterarme si había visto o no mi pija parada. Así que no le di bolilla a Marisa, ni tampoco me sorprendí por los comentarios de mierda que hizo. Resulta ser que Marisa no era buena mina, y esto en ella era algo habitual. Me saludó y luego le pidió a Nancy que a su espalda cerrase la puerta con llave, como hacíamos siempre por seguridad. Yo estaba por contar el dinero recaudado. Ni ganas tenía yo de charlar con Nancy, así que permanecí en silencio y terminé de hacer la caja del día. Yo quería irme de ...
... inmediato, pero mi compañera parecía estar acomodando el despelote de prendas sueltas más lentamente que otras veces. Me puse a tontear con el teléfono y verifiqué las fotos que más temprano me había tomado en el cambiador número dos. En la calentura que tenía cuando imaginaba a Jimena mirándome, no me había dado cuenta y había tomado no menos de diez fotos. Seis o siete eran bastante malas, a decir verdad. Entonces ocurrió aquello que yo jamás hubiese esperado... ―¿Por qué nunca te reís conmigo? ―me preguntó Nancy. Yo la miré confundido, en silencio―. Sí, no me mires con esa cara... ¿Es que te parezco tonta o algo así? ―No... ¡Por Dios, Nancy! ―contesté avergonzado sin saber por qué―. ¿Cómo se te ocurre? ―Yo sé que no soy como Marisa, y menos aún como Jimena ―dijo en tono quejumbroso―. Pero ¿te creés que no me gustaría sentirme como se sienten ellas?... “¿De qué mierda habla?”, pensé embrollado. No atiné a contestar. ―Y me molesta sabés por qué... ―agregó irritada―. Puedo entender que mires el culo de Marisa y te babees imaginándolo... No tiene caso restarle mérito. ¿Pero desear a Jimena, que es lesbiana...? Eso para mí es un insulto. Yo permanecía estupefacto. Jamás había escuchado insultar a Nancy.; mucho menos la había escuchado alguna vez hablar en esos términos. ―Tu culo está muy bien, Nancy ―dije en un arrebato. No sé por qué dije tal estupidez. ―Pues parece que encima mentís... Nos conocemos hace un año y jamás me miraste. Esto último sí que me extrañó. Pensé que me estaba ...