1. Afortunado Reencuentro (I)


    Fecha: 04/11/2017, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... y firmeza sobre las sábanas de satén negro que estaban frescas, con un agradable olor a colonia varonil que me sonaba. Se acostó encima mía. A pesar de su enorme altura y de su fornido musculosidad, no noté su peso fuera de lo normal, sabía como ponerse. Llevaba una especie de bata de seda, también negra, abierta por el centro, pues no llevaba puesto el cinturón, dejándose ver bajo ella unos slips de color rojo apasionado en el que se marcaba la figura de su miembro viril, una hermosa y bien proporcionada polla. En décimas de segundos se me ocurrieron infinidad de cosas para hacer con esa maravilla, a cual más pornográfica. Al tirarse sobre mí, automáticamente abrí las piernas, como si hubiera hecho saltar ese resorte que tenemos las mujeres que se nos abren las piernas al momento, o nunca si no lo deseamos. Simplemente me había quitado el pareo dejándome en bikini, y ahora sentía esa maravilla entre mis piernas, todavía interpo niéndose entre nosotros mi prenda de baño y sus slips. Saqué fuerzas de dentro de mí, me revolví y lo tiré a la cama. Allí estaba esa hermosura, me tiré encima de él y comencé a comerle el cuello, bajando por su rígido y terso pecho, pasando por el marcado abdomen, y terminando quitándole su prenda interior con la boca, mientras él solo alzaba un poco la cabeza para ver que ocurría en su parte baja. Cuando le quité su prenda más íntima, quedó a la vista una polla como nunca había visto, (y eso que había visto más de una), era como las de las ...
    ... películas que veo con Alberto, grande, pero sobre todo muy bonita y muy muy apetitosa. El capullo, estaba rojo brillante por el reflejo de la luz sobre el líquido transparente que le comenzaba a salir, presumiblemente desde hacía ya algún tiempo. Sin pensármelo, me abalancé sobre ella con un deseo desmesurado queriéndola devorarla. Tenía el tamaño justo para mi boca, ni grande ni pequeña, cuando mamo una polla, me justa que no sea ni tan pequeña como la del chico ese que desvirgué con diecisiete años, Toni, que me metí en la boca hasta los huevos, y que cuando se corrió casi pierde el sentido, ni tampoco tan gorda como la del novio de mi amiga Luci, que se me antojó comérsela mientras ella se duchaba y su novio y yo la esperábamos en el salón. Era tan gorda que tenía que forzar la boca para que entrara, para cuando se corrió parecía la Fontana de Trevi, y tuve que tragármelo por no mancharle el sofá nuevo. Después de todo estaba bueno, y era un alimento con pura energía. Total, Luci nunca llego a enterarse de nada. Pero ésta está en su tamaño justo, y es preciosa para el sabor y el tacto. Mientras se la comía, me dio por mirarle a la cara, tenía los ojos cerrados, apretados con fuerza, mientras se mordía el labio inferior por el placer con tal fuerza como para sangrar. No me había fijado, pero la cama no era como la del resto del hotel, era con la cabecera de barrotes, en un tono negro azabache brillante. Estaba asido con fuerza a dos de las barras, marcándoseles los músculos de los ...
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