Afortunado Reencuentro (I)
Fecha: 04/11/2017,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... estaban apoyadas para dejar el almacén convertido en una sala ahora perfectamente iluminada por multitud de foquitos que aparecieron en el techo con los espejos, una sala brillante, una sala sumergida en una gran incógnita. La cama del centro, no se había inmutado para nada, seguía igual; y fue entonces, cuando descubrí que era idéntica a la de mi sueño con Jesús, con barrotes brillantes. - Si quiere ver lo bien que le queda, con un juego de sábanas que tenemos de raso, en un color rojo brillante, puede destapar la cama y tirarse en ella, podrá verse en los espejos de las cuatro paredes y en el techo - dijo Loli. Así lo hice. No sé si fue lo peor que hice en mi vida. Entrar en esa tienda, en ese supuesto almacén, tirarme en la cama ... O quizás fue lo mejor que me pasó hasta el momento en mi vida. Una vez tirada en la cama, como por arte de magia se abrió la puerta por la que entramos ambas, y por ella comenzaron a desfilar una serie de personas... ¿ seguro qué eran personas humanas ?. Hasta seis hombres conté que habían entrado en la habitación, todos desnudos, y no parecían humanos, parecían máquinas creadas con la máxima precisión posible. Estaban perfectos. Ninguno bajaba del metro setenta y cinco, y uno de ellos, el último, mediría un metro ochenta y cinco. Todos llevaban el miembro viril en erección, cada polla indicaba ...
... en una especie de señal su dirección hacia el cielo. Todos menos el último, el más alto, que llevaba un tangita, un bañador tipo de nadador, pero que dejaba entremarcado claramente la postura de su polla con un tamaño majestuoso. - ¿ Qué ocurre aquí ? -, pregunté sorprendida. - Invitación de un buen rato por cuenta de la casa - respondió el primero, un rubito de cara aniñada que parecía de origen nórdico, sueco, danés o algo así. Entonces, al momento rodearon la cama. En un juego de manos, los dos más cercanos a la cabecera de la cama sacaron de quién sabe donde unas esposas cada uno, y sin darme cuenta me encontré esposada por las muñecas a las barras de la cabecera. Igual táctica siguieron los dos de los pies de la cama, dejándome totalmente inmovilizadas las cuatro extremidades. La chica, Loli, solo miraba desde un lugar un poco apartado para no molestar. Todos seguían desnudos, menos el primero que entró, el más alto y fuerte. Entonces me di cuenta de que cada uno tenía tatuado en el lado izquierdo del trasero un número de unos diez centímetros de alto; los tatuajes eran muy llamativos, con unos colores muy brillantes, resaltando sobre todos el rojo y el azul, colores bases de los tatuajes. - Si quieres dirigirte a cualquiera de ellos, llámalos por el número que ya habrás visto -, dijo Loli. ¿ Qué me iba a pasar allí dentro ?