1. Me la señaló un setter irlandés


    Fecha: 14/06/2019, Categorías: Hetero Autor: jgiglia, Fuente: CuentoRelatos

    Años atrás, terminada la tarea del día, hice una escapada a la playa del hotel, en la costa argentina, para disfrutar un chapuzón y los últimos rayos del sol. A la tarde del día siguiente volvía a Buenos Aires y a la cotidianidad. Celular, Nokia – de alto rango tecnológico para la época - con cámara digital incorporada recién adquirido, en mano, tenía intención de tomar una foto del mar, azul y calmo, de ese día. Me distrajo el aproximarse de un hermoso perro setter rojo caramelo que, casi metió su hocico, entre la zanja de un precioso culo, de una mujer tomando sol, acostada boca abajo, a menos de 4 metros. -¡Pupi!! ¿Qué haces? ¡Vamos!!!- gritó el dueño del setter y, éste, siguió correteando por la arena hasta desaparecer. El instante quedó grabado en mi móvil e, impensadamente, me fue de mucha utilidad. Minutos más tarde descubrí que el precioso culo olfateado pertenecía una mujer, madura, grata a la vista, silueta espigada, seno respingón de tamaño justo, extremidades inferiores interminables y bien torneadas, facciones agradables, el cabello negro largo liso, los ojos color negro intenso. Se sentó, en la loneta, torciendo la boca como con ligera repugnancia y manoteó una lata de gaseosa que tenía a su lado. La dejó con fastidio (estaba vacía). “Vi luz y subí” en realidad me le acerqué, trago largo en mano: -¿Le puedo ofrecer un poco de mi coca, para borrar esa fea mueca de su cara? Titubeó, antes de aceptar con un “gracias” escueto. Bebió un par de sorbos y: -¡Que ...
    ... agradable bebida! ¿Coca con qué? -Con Amaretto. ¡Qué bueno que le gustó! -¡Muy rica! La primera vez que la pruebo. Muchas gracias. -No hay de qué. El agradecido soy yo: ahora tengo dos lindos souvenirs suyos.- -¿Dos quéee? -Recuerdos -¿Serían? -Uno, la marca de rouge de sus lindos labios en este vaso, me lo voy a quedar- Se ruborizó, levemente: -¡Qué tontería! ¿Y el otro? Metí dedos en el celular hasta recuperar, en su pequeña pantalla, la foto de sus glúteos y el setter. Miró, intrigada, luego incrédula al reconocerse y por lo insólito de la escena. Ahí su rubor se fue “a las estrellas”. -¡No te puedo creeerrrr!!! ¿Vos, vos... me sacaste esa foto horrible?- me tuteó para censurarme. - A mí me encanta lo que veo y lo del perrito es… simpático, él también tiene buen gusto- Intentó seguir reprobándome pero más pudo su ego y envanecimiento por mi adulación: suavizó su expresión, nos dijimos los nombres y pasamos a charlar de generalidades, luego sobre nosotros, nuestras ocupaciones – ella también estaba de paso por trabajo-, nuestras familias, y parejas, Yo no disimulé mi admiración por ella. A la hora de volver al hotel: -¿Cenamos juntos, Alicia? -¡Dale! A las nueve ¿Te parece, Julio? Bajó vestida y arreglada como para provocarle erección a una momia egipcia. Ni hablar la que me provocó a mí. Durante la cena, con intención, veladamente, luego inmoderadamente, no dejé de decirle lo mucho que me agradaba y las “ganas” que le tenía. -Sos mucho más joven que yo, Julio. Buscate una para tu ...
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