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Academia de prostitución gay
Fecha: 16/06/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sintió incomodo y buscó instintivamente algo con qué cubrirse. No lo encontró. Decidió alejarse de ellos. Caminó hacia el fondo del salón. Los gemelos seguían mirándole el culo. ¡Número 34! - gritó un asistente desde la puerta. A Miguel se le heló la sangre. Era su turno. Se arregló el cabello y se humedeció los labios con la lengua. ¡Numero 34! - volvieron a llamarlo. ¡Voy! - contestó. Salió corriendo. El asistente lo guió por un largo pasadizo que desembocó en un enorme hall. En una de las paredes, enmarcada por una imponente estructura, había una gran puerta de acero. Miguel sintió escalofríos. Sabía que al otro lado de esa puerta estaba reunido el jurado que lo evaluaría. Espera acá- le dijo el asistente mientras desaparecía por una puerta lateral. Miguel dio una nerviosa mirada alrededor. En dos de las paredes había inscripciones hechas en relieve sobre el concreto. Una decía: "Juventud + Belleza + Profesionalismo + Técnica = ÉXITO". Y la otra "La prostitución es un trabajo no un delito". Vamos. Te están esperando - le oyó decir al asistente. A Miguel se le hizo un nudo en el estómago. Respiró hondo y vio cómo se abrían las dos hojas de la imponente puerta. El espacio que apareció ante él estaba completamente oscuro. Mientras avanzaba, guiado por el asistente, Miguel sintió como sus pies se hundían en una suave alfombra. Alguien chasqueó los dedos de una mano y un reflector se encendió. El cuerpo de Miguel se iluminó con la potente luz. El asistente se retiró dejándolo ...
... completamente solo. Miguel hizo un esfuerzo por tratar de ver algo pero no pudo, el reflector lo cegaba completamente Abre más las piernas y cruza los brazos tras la espalda - le escuchó decir a una voz grave, Miguel hizo lo que le ordenaban. Levanta un poco más el mentón. Queremos ver bien tu cara. Era la misma voz. Una voz que parecía acostumbrada a dar ordenes y a ser obedecida inmediatamente. Miguel levantó el mentón como le ordenaban. Siguieron unos minutos en completo silencio. Miguel sintió que varios pares de ojos evaluaban cuidadosamente cada uno de sus atributos. ¡Medidas! - ordenó la misma voz. Inmediatamente dos asistentes corrieron hacia Miguel. Llevaban una cinta para medir. Estatura: "Un metro con ochenta centímetros". - dijo uno de los asistentes. Espaldas: "Sesenta centímetros" - dijo el primero. Brazos: 'Treinta y siete centímetros". Muslos: "Cincuenta y seis". Miguel escuchó como alguien ingresaba sus datos en una computadora. Le sorprendió que no dejasen un solo lugar de su cuerpo sin medir: el pecho, el cuello, las caderas, las palmas de las manos, la longitud de los dedos, los tobillos, los empeines, las orejas... De pronto sintió que uno de los asistentes le ponía la mano entre las piernas cogiéndole los cojones. Tamaño de los testículos: "B-1" - dijo el asistente. Luego los frotó por un par de segundos y agregó: Textura: "A-3". Inmediatamente después el otro asistente le cogió la verga y lo comenzó a masturbar. A Miguel se le paró casi instantáneamente. ...