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Academia de prostitución gay
Fecha: 16/06/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Capacidad de reacción del pene al estímulo táctil: "A-3" dijo el asistente. Luego le presionó la verga con la mano. Grado de dureza: "A - 4". El primer asistente le puso un dedo en el glande y empujó hacia abajo. La verga de Miguel volvió a levantarse. Angulo de erección: "A- 3" - dijo el otro asistente. Miguel vio como colocaban un extremo de la cinta en la base de su verga y medían cuidadosamente el largo que tenía hasta la cabeza del glande. Longitud de pene: "Dieciséis centímetros y medio". De pronto Miguel sintió que se hacía un silencio absoluto en la sala. Los dos asistentes Quedaron paralizados, mirándose el uno al otro sin saber qué hacer. La tensión se podría haber cortado con un cuchillo. ¡No califica! - dijo de manera autoritaria la voz grave con acento alemán. ¿Có... cómo? ¿Por qué? - tartamudeó Miguel. Se requiere un mínimo de dieciocho centímetros de longitud de pene para ser aceptado en el Programa de Activos - dijo otra de las voces del jurado. Miguel estaba completamente aturdido ¡Tenía que haber un error! ¡No podía ser que fuese rechazado sólo por el tamaño de su verga!. Que pase el próximo- dijo una tercera voz. Los dos asistentes lo empujaron hacia la puerta. Miguel vio cómo todo se oscurecía nuevamente a su alrededor. ¡Un momento! - dijo la voz con acento alemán. Inmediatamente los asistentes se detuvieron. Colóquenlo nuevamente bajo el reflector. Los asistentes retrocedieron y colocaron a Miguel nuevamente en el centro de la sala. Su cuerpo se ...
... volvió a iluminar. Miguel oyó que los miembros del jurado susurraban entre ellos. Parecía que estaban discutiendo. Pasaron varios segundos que a Miguel le parecieron una eternidad. Date la vuelta- dijo la voz con acento alemán. ¿La vuelta? - dudó Miguel. Sí. Muéstranos el culo. Lentamente Miguel se dio la vuelta mostrando el culo. Se levantó un murmullo de admiración. Miguel escuchó el sonido de un cuerpo que se levantaba arrastrando una silla. Yo mismo lo voy a medir.- dijo la misma voz. ¡Es Sven! ¡Viene para acá! - le dijo uno de los asistentes al otro. Ambos se retiraron atemorizados. Miguel pudo sentir como esa presencia imponente se desplazaba hacia él. Pudo sentir el respeto que infundía en los demás. Pudo sentir la seguridad con la que caminaba. Pudo sentir su olor. El olor que emanaba de esa piel. Sven en el campo de visión de Miguel y el reflector lo iluminó a él también. Por un segundo se miraron fijamente el uno al otro. Miguel se quedó sin habla. Lo que tenía delante era un hombre extremadamente apuesto y elegante. Un hombre de tal distinción como sólo los había visto en el cine o la televisión. Uno de esos hombres que aparecían piloteando sus propios yates, aviones o automóviles deportivos. Uno de esos hombres que se bronceaban en las más hermosas playas del Caribe, cenaban en los restaurantes más exclusivos y jugaban golf en los lugares más exóticos del plantea. Debía tener unos treinta y cinco años y una estatura de un metro ochenta y seis. Era esbelto y se movía ...