La isla de los placeres mortales
Fecha: 20/06/2019,
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BDSM
Autor: reneamo, Fuente: CuentoRelatos
... con croissant. El día era sábado y una vez que hubo finiquitado los pormenores de su estadía, salió del hotel a eso de las once con cuarenta, abordando el taxi que la estaba esperando en las puertas del hotel, una vez arriba, le indicó al conductor la dirección del embarcadero, sin antes batallar con el testarudo sujeto que se negaba a entender otro idioma que no fuera el griego, finalmente las señas y los ademanes funcionaron, unos diez minutos más tarde se detuvieron frente a un atracadero, en donde fondeaban varias embarcaciones. Paula canceló el viaje, sin dejar propina, y se bajó muy molesta del carro. Ya en el malecón, indagó por una pequeña nave con el nombre de “Achillia”, según le había indicado Dupont, observando a unos marineros y a dos espigadas mujeres que deambulaban por el sector delante de ella, a poco caminar, y a no más de veinte metros de donde se encontraba, divisó un yate con este nombre, aproximadamente de unos treinta metros de eslora, cuatro hombres estaban sobre la cubierta, parecían estar atentos a quienes pasaban transitando, sería mucha la coincidencia, o era el yate que estaba buscando, vaya que es pequeño, “pensó” como serán a los que llamará grandes Dupont, luego recordó eso de la “confianza mutua” que este había expresado en el club hace unos días. Bueno las cosas se estaban dando según lo planeado, me gusta, si me gusta “Pensó la chica”, y se aproximó sintiéndose ahora mucho más tranquila. Sin lugar a dudas se trataba del mentado navío, los ...
... cuatro hombres eran parte de la tripulación, que en ese momento recibían y atendían a las dos mujeres que Paula había advertido momentos antes, observando cómo eran invitadas a abordar la nave por el que parecía ser el jefe, que sobre la cubierta, apremió las acciones, indicándole a dos de los marineros presentes, que asistieran y acompañaran a las invitadas, conduciéndolas al interior del yate, a la vez que se volvía a poner atención a Paula que se hallaba aun sobre el muelle, deduciendo que probablemente era otra de las invitadas que se aproximaba. El individuo saludó desde la cubierta haciendo señas con la mano a Paula que se encontraba sobre el muelle, y formando un cono con ambas manos, se las llevó a la boca vociferando en español con un marcado acento griego: -¿Es usted invitada del señor Dupont? -Sí así es, le contestó la morena. Entonces el sujeto descendió presto desde la cubierta al muelle a través del pequeño puente inclinado, este vestía uniforme blanco con insignias alusivas, una gorra de capitán con la típica ancla distintiva, que a diferencia del resto de la tripulación quienes iban uniformados en forma menos ostentosa, y con un estudiado proceder se presentó aparatosamente: -Permítame presentarme yo soy el capitán del yate, Theo Theodoridis, sea bienvenida a bordo, yo y mi tripulación estamos para servirla. Debo decirle que han sido muy puntuales a la hora de llegada, lo cual le agradecemos, puesto que por fortuna la mar estaba calma, por lo que pudimos atracar ...