1. Despertar


    Fecha: 24/06/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... miramos de cerca observándolos con detenimiento. Se veían flacos, blanquitos, unos colgajos inocentes y proporcionados a los chicos. Éramos tan inocentes que ni nos atrevíamos a tocarlos. A las mujeres nos costó más mostrar nuestras vergüenzas. No nos resultaba fácil desnudarnos y mostrar lo nuestro frescamente, pero el tema estaba impuesto y ninguna quería ser menos, ni aparecer como una tonta o una mojigata, o quedar fuera de juego. Así fue como aceptamos la cosa, y terminamos bajándonos las bombachas y levantando nuestros vestidos, para mostrar nuestros cuerpos flacos y lisos que los varones atisbaron con minuciosidad, arrimándose a ver estos pliegues misteriosos. Nos pusimos todas en línea en semicírculo y nos atisbábamos para ser parejas, para no ser más ni menos ninguna de nosotras. Nos costaba mostrarnos, pero con el tiempo nos habituaríamos. Todo era un descubrimiento y un despertar lleno de curiosidad con juegos que se repetían avanzando tímidamente en el tema. El asunto de mostrarse se repitió varias veces, cada vez con menos vergüenza y reticencia. Algunas hasta se prestaron a abrir las piernas y separar sus labios, para que los varones las vieran bien cómo eran; en esto Felicitas y Rocío eran las más decididas. Al final terminaríamos bañándonos desnudos y paseándonos sin vergüenza alguna. Las conversaciones se hacían largas y llenas sorpresas, de cosas nuevas, de descubrimientos, y cada uno traía de su casa las experiencias y quería aparecer como conocedor y ...
    ... avispado, cosa que nunca pude hacer yo, que siempre fui una mera espectadora. Una siesta, Delfina, que era más grande y avispada de todos nosotros, comentó que le habían dicho que los pitos de los varones eran duros. Lo soltó como una sentencia desafiante a ver qué opinaba o decía el resto. Todos opinaron, que si habían oído o que no, o que habían visto, con algún temor a equivocarse. Charla sin sentido. Ya habíamos visto colgar inertes los pitos de estos varones nuestros, con su forrito cuerudo, pero eso no fue suficiente para abandonar el tema, había como un deleite en hablar de estas cosas aunque fueren sabidas. César, con aires de sabedor y con autoridad, le contestó que así era, pero solamente a veces, que a los varones el pito se les ponía duro siempre que los tocaras un poco, porque si no quedaba inerte. Todos escucharon atentamente. Nuevamente el intercambio y mi silencio, y palabra va, palabra viene, entonces César propuso hacer la prueba y le invitó a Delfina a que lo hiciera, que hiciera la prueba, que le agarrara su pito, que lo tocara y moviera un poco y lo pusiera duro, para que todos viéramos como era. Le pedía a Delfina porque todos la preferían y en especial César, que tenía una onda especial con ella. Ahí se armó el alboroto porque Delfina no tenía previsto tocar nada a nadie y menos en el pito, y puesta en la disyuntiva no se decidía a tocarlo o a rechazarlo: que si… que no… No quería hacerlo, ni quería quedar como una niñata que no se atrevía. El tema dio ...
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