UNA HISTORIA DE AMOR FILIAL. (2)
Fecha: 26/06/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: barquidas, Fuente: RelatosEróticos
... a veces, para ir imprimiéndole impulso, poco a poco, con mesura, según notaba que la “fiebre” bajaba. Y así sucesivamente, una y otra vez. Elena, con todo eso, estaba que en sí no cabía. ¡Dios, y cómo disfrutaba! Nunca, nunca se había sentido así; él, su Dani, su hijo, entonces más adorado que jamás antes lo fuera, sí que era un HOMBRE, UN MACHO, SU MACHO… SUYO Y DE NADIE MÁS… ¡Qué hermosura de hombre… ¡Y de “TRANCA” la suya! Sus caderas empujaban al encuentro de esa “TRANCA” que la estaba volviendo loca una y otra vez; y otra, y otra, y otra… ¡Dios qué gusto, qué dicha más grande! Gritaba de gusto, aullaba, berreaba, gruñía… Lanzaba alaridos Acabaron casi juntos; Daniel un pelín antes que Elena pero eso, casi, casi que al mismo tiempo. Y Dani, como aquél día en la hacienda, en aquello que era mitad almacén mitad pajar, cuando él “pescó” a su madre “haciéndoselo” con el Santos, como en aquél aciago día en que violara a su madre, no acabó de eyacular tan pronto se vino por primera vez, sino que, como en aquellas ocasiones, siguió “heroicamente” en su puesto, empuja que te empuja como si en ello le fuera la vida, lo que a Elena le significó orgasmo tras orgasmo encadenados en catarata que no cesaba de fluir. ¿Cuándo acabó aquella noche memorable? Nadie lo sabe, pues ni ellos mismos lo saben. Lo único que los dos recuerdan es que en un momento dado Elena pidió a gritos a Daniel aquello acabara so pena de quedar su “conejito” desollado, despellejado. Desde aquella noche la ...
... melancolía de Daniel solo fue un mal recuerdo pues al día siguiente, cuando se presentó en el despacho, de nuevo aquel D. Daniel el IIIº. Y no exactamente el de antes; no, ni mucho menos, porque ese D. Daniel el IIIº era una persona mucho más vitalista, mucho más emprendedora que el que antes fuera, para desgracia de todo bicho viviente que trabajara para él, pues si él trabajaba hasta dejarse los pelos en la gatera, como se suele decir aquí, en España, de él para abajo ninguno menos pelillos en la gatera que los que él mismo se dejaba… ¡Y menudo trote que se daba trabajando! De momento, la “pagana” de la resurrección de su hijo fue Elena, pues tras de aquella gloriosa noche tuvo que pasarse tres días en casa pues juntar las piernas era para ella una crucifixión, de lo desollado que estaba el pobre “conejito”. Pero, dejando a un lado estas “pequeñeces”, lo cierto es que esa noche gloriosa cambió por entero la vida entre Elena y Daniel, entre el hijo y la madre, pues desde entonces se convirtieron en una pareja de adultos, la pareja de hombre y mujer que, de común acuerdo, deciden vivir juntos en unión, digamos, marital: Para Elena, su hijo pasó a ser su hombre, su amante por excelencia, ese amante que siempre está dispuesto, que nunca está cansado y que nunca se cansa. Ese amante al que las más de las veces tiene que decirle: “Basta, por favor, que no puedo más, que me “lo” despellejas”. Para Daniel, en cambio, Elena era la mujer amada, la mujer soñada para llenarla y rodearla de ...