Compañeros de trabajo
Fecha: 26/06/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... timidez característica de Carlos. No lo sabía, pero esa noche iba a ir a por él. Llegamos al hotel, no paraba de pensar en Carlos y en lo que llevaba entre las piernas, también le daba muchas vueltas a su frialdad durante toda la tarde. Así que cuando salí de la ducha abrí el armario y escogí cuidadosamente lo que me iba a poner. Al principio pensé ponerme una camisa con un escote espectacular, pero al fin me decidí por una camiseta de lycra, de color verde lima, que dejaba mis hombros al aire, lo que hacía lógica la ausencia de sostén, además era lo suficientemente corta como para llevar también el ombligo al aire. Me puse una falda blanca, que sin llegar a ser mini-falda, si que era lo suficientemente ceñida como para que me marcara mis caderas y mi trasero. Me coloqué un tanga del mismo color que la camiseta y bajé al vestíbulo. A través de la lycra, se me marcaban claramente los pezones y eso hizo que nuevamente fueran el objetivo de las miradas de mis compañeros. Al segundo bar que llegamos aproveché que Carlos se quedó solo y le dije que nos fuéramos, que nadie se iba a dar cuenta, y que cuando se dieran cuenta sería demasiado tarde. Él dudo, pero finalmente aceptó, y nos fuimos al hotel. Llegamos a mi habitación y me abalancé sobre él. Lo besé y lo abracé como si fuera el eje que sustentaba el mundo, el me tocaba por encima de mi falda y mi camiseta, yo me levanté ambas prendas y el siguió metiéndome mano, pero no se atrevía a quitarme mi tanga, que estaba muy pero ...
... que muy mojada, así que lo empujé encima de la cama, me la quité yo misma y me decidí a desnudarlo. Me volví a abalanzar sobre él, y chupé su miembro de manera frenética y cuidadosa, acerqué mi chochito perfecta y regularmente depilado a su boca, y él empezó a chuparlo, pero otra vez lo hacía de manera torpe, lo aparté de su boca y le pedí que me acariciara, pero sus caricias no lograban excitarme, era como si tuviera sus manos incapacitadas para acariciar, como si se hubiera puesto unos guantes de cemento. Me tumbé boca-arriba, y aunque mi excitación ya no era tanta como cuando me subí a la cama, si que estaba lo suficientemente lubricada como para que me penetrase. Intentó alojar su enorme pene en mi cuevita, pero no acertaba, y cada vez que fallaba me hacía bastante daño, cosa que provocaba que mi excitación bajara a niveles mínimos, por fin logró penetrarme, pero mi vagina estaba tan seca que me produjo un dolor intenso que me hizo soltar un grito corto pero agudo. Salió de golpe, y se disculpó. Entonces nos vestimos y nos sentamos en la cama. Me explicó que a pesar de sus 24 años, nunca había estado con una chica. Yo al principio no me lo creí ya que Carlos era un chico realmente atractivo, si bien la experiencia que había tenido con él, apuntaba a que me decía la verdad. El me contó que su timidez se lo había impedido y que se sentía un poco desgraciado por ello, que había intentado acercarse a chicas que le gustaban, pero que nunca llegaba más lejos que a ponerse rojo ...