Compañeros de trabajo
Fecha: 26/06/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... glande, ahora era un pellejo de verdad que cubría su glande por entero. Poco, muy poco tiempo tardó en recobrar el arete y la dureza anterior. Era una gozada notar como algo flácido y pequeño, se endurecía y se agrandaba dentro de mi boca. Cuando consideré que había llegado al máximo de sus posibilidades, me la saqué de mi boca y me tumbé encima de él, estaba segregando por mi chochito como nunca. Pedro me volteó y me puso a cuatro patas en la esquina de la cama. Era una cama alta y Pedro no tenía la altura de un jugador de baloncesto precisamente, así que llegaba muy ajustado a la entrada de mis labios vaginales, jugo con su pene en mi clítoris, y eso me hacía estallar, ya no llevaba la cuenta de las veces que me había corrido, una vez, otra, y otra…, de repente me di cuenta de que Carlos estaba al otro lado de la habitación, mirando con interés y con cara de deseo. Pedro siguió con su trabajo, haciéndome hervir, y le dijo a Carlos que se desnudara, éste le hizo caso, de repente noté los dedos de Pedro dentro de mi ano, para lubricarlos solamente tuvo que tocar mi chorreante vagina. También noté como se ponía de puntillas y zas…, le dije que por ahí no lo había hecho nunca, pero ya era demasiado tarde, tenía los doce cm. de su pene dentro de mi culito. Era una sensación diferente para mí, pero muy ...
... gratificante. Miré a Carlos y estaba totalmente desnudo, con un mango descomunalmente grande, yo hubiera asegurado que era el doble que el de Pedro. Pedro le pidió que se pusiera boca arriba debajo de mí. No me podía creer lo que iba a ocurrir, pero en pocos segundos estaba ensartada por detrás con una pollita y por delante con un pollón de más de 20 cm. Sentía ambas dentro de mí, les pedí que no hicieran movimiento alguno, que las mantuvieran metidas hasta el fondo y comencé a contonearme, a masajear con mi vagina y con mi ano ambos penes. No tardó en correrse Carlos, pero le pedí que no saliera y seguí con mi contoneo. En dos minutos escasos, aquel enorme trozo de carne que tenía dentro de mi cuevita, parecía resucitar y empezaba a tener de nuevo vida propia, y una dureza enorme. Entonces mi masajeo particular se detuvo y Pedro le dio indicaciones a Carlos sobre como acariciarme y como moverse dentro de mí. Empezaron a moverse frenéticamente, yo me sentía levitar y sentía orgasmos uno detrás de otro. Pedro fue el primero en correrse esta vez, al poco rato lo hizo Carlos. Tumbados los tres en silencio encima de la cama, pensé que aquella había sido la mejor sensación de mi vida y que nunca volvería a ocurrirme nada parecido, pero me equivocaba. Todavía nos quedaban cuatro días de vacaciones, pero esa ya es otra historia.