Despues de hora
Fecha: 27/06/2019,
Categorías:
Dominación
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Don Jaime comercializa ropa para damas de segunda calidad. Tiene una tienda en la ciudad de Córdoba, zona que se caracteriza por las baratijas. Las empleadas que atienden el negocio son elegidas por él mismo. Procura emplear muchachas con buenos culos, que lo mantengan entretenido durante las horas de trabajo. Son las diez de la noche. Ese día ha hecho quedar a Mariel después de hora, para puntear unas facturas de mercadería recién recibida. En realidad se trata de una tonta excusa para retenerla cerca suyo, después que todo el personal se ha retirado. Desde siempre el viejo ha tejido fantasías sexuales con ella y cree que esta es una manera de lograrlo, esperando que la muchacha le dé calce para una aventura. Mariel sabe de este manejo y le fomenta los ratones, provocándolo, como en esta oportunidad. Está sentada sobre un escritorio frente al viejo, con las piernas cruzadas, haciendo bailar como al descuido, en la punta del pie, su breve sandalia taco alto. La minifalda que tiene puesta es tan corta, que casi permite ver la bombacha. Don Jaime está al palo, pero no se anima a tirarse el lance. Mariel tiene un cuerpo escultural. Dotada de impresionantes tetas jamás usa sujetador, logrando que los pezones se insinúen nítidos bajo la blusa. Su cintura delgada, remata en un culo monumental, parado y firme. En conversaciones íntimas con sus compañeras, que don Jaime ha escuchado escondido, le ha oído decir que su novio nunca la cojió por atrás. Que se muere de ganas pero tiene ...
... miedo de que le duela. Están concentrados en el control de la mercadería cuando, desde el fondo del depósito, se escuchan ruidos. Don Jaime se dirige a ver de qué se trata. Descubre que desde el tragaluz del techo, se han descolgado tres individuos que lo obligan, a mano armada, volver a la habitación donde se encontraba. Las intenciones de los sujetos es desvalijar su caja fuerte. Quedan sorprendidos cuando descubren la presencia de la empleada. Con rapidez atan a ambos, con las manos a la espalda, cada uno en una silla. También los amordazan para evitar que griten. Con la misma velocidad se apoderan de las llaves del tesoro, que se encuentra detrás del escritorio del dueño y proceden a vaciarlo. Cumplida la tarea y a punto de iniciar la huida, uno de los ladrones repara en el espectáculo que brinda Mariel, atada de manos y amordazada. La corta pollera, que con el forcejeo se le ha subido un poco más, deja a la vista sus maravillosas piernas. Su agitada respiración imprime sobre la blusa una presión tal, que los botones están a punto de saltar. __ Che... ¿Y si antes de irnos nos cojemos la pendeja? Uno de los individuos se niega y propone la retirada inmediata. El otro se adhiere a la propuesta del primero y entonces declaran que hay mayoría. Mariel escucha aterrada el diálogo de los malvivientes. Dirigiéndose a don Jaime, uno de los sujetos le pregunta: __ Che viejo, ¿no te gustaría ver cómo cojemos tu empleada? Don Jaime queda inmóvil. El sujeto que hizo la pregunta le ...