Despues de hora
Fecha: 27/06/2019,
Categorías:
Dominación
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... la trae a la realidad cuando le pregunta: __ Si prometes portarte bien te saco la mordaza y te libero las manos. ¿Quieres? Mariel contesta por señas que está de acuerdo. Entonces el hombre le advierte: __ Pero ojo, porque si llegas a gritar, te corto la lengua... Dicho esto, le quita las ligaduras. A continuación y con los pantalones en los tobillos, el hombre se sienta en una silla, ordenando a la chica que, arrodillada, le chupe la pija. Mariel baja del escritorio y, ubicándose entre las piernas del sujeto, se dispone a brindarle placer con la boca. Con una mano le toma el miembro ya endurecido. Las dimensiones de la verga son tales que sobran centímetros por arriba y por debajo de la mano. Al mismo tiempo que lleva la punta del chicote a la boca, con la otra mano le aprisiona los testículos y se los aprieta con firmeza, aprovechando para meterle el dedo mayor en el ano. Mariel demuestra mucha experiencia en estas lides. El delincuente, que no contaba con esta dosis suplementaria de placer, pone los ojos en blanco a punto de acabar. Entonces, quitándole la mano que le aprisiona el tronco, toma a Mariel de los pelos y le incrusta la pija en la boca hasta que se la hace llegar al fondo de la garganta. La muchacha no se resiste, sino todo lo contrario. Acomoda el órgano en su interior para no atragantarse. Ahora con la cabeza inicia un vaivén, metiendo y sacando la verga hasta hacerla explotar. El chorro que la inunda es tan abundante, que le sale leche hasta por la ...
... nariz... Ahora le toca el turno al segundo. Este también se acomoda en una silla. Se ha quitado el pantalón y el calzoncillo, exhibiendo un instrumento más largo y más grueso que el primero. __ ¡Hijo de puta, me quieres romper toda! le dice Mariel, mientras mira embelesada las dimensiones de la pija que tendrá que tragar. __ Vení, sentate encima mío, y sentí cómo te atravieso el útero, le replica el hombre. Mariel se abre de piernas, sentándose sobre la falda del sujeto. Debe pararse en puntas de pies para que la pija quede en la entrada de la vagina. La lubricación de la concha es suficiente para que la cabeza de la verga penetre sin dificultad. Entonces, tomada del cuello del violador, va doblando de a poco las piernas, dosificando la penetración del chicote que, implacable, va abriéndose paso en sus entrañas. Con gestos de visible dolor, Mariel se sienta lentamente. Sin embargo el sujeto, en un rápido movimiento, la toma por debajo de las rodillas y la levanta, separándole los pies del suelo y haciendo que el cuerpo de la muchacha caiga de golpe sobre la estaca de carne que se clava hasta los testículos. Mariel queda inmóvil por un momento, abrazada al hombre, mordiéndose los labios para no gritar. Cuando la vagina se acomoda a las dimensiones del trépano que la perfora, la muchacha inicia movimientos circulares que la ponen, otra vez, al borde del orgasmo. El individuo la sube y la baja como si fuera una muñeca de trapo, logrando que la concha recorra todo el largo de la pija. ...