1. La pertenencia (20): La cama y (21): La posición


    Fecha: 29/06/2019, Categorías: Dominación Autor: ibarra.heber, Fuente: CuentoRelatos

    ... que esté. ¿Te puedo pedir algo?" "Sí, lo haces muy poco, dale, pide." "Déjame en el suelo por favor. Me entretiene Felipe, pero esta noche me gustaría estar aquí. Tú siempre sabes lo que es mejor para mí." "En el suelo." "Sí, no en tu cama." "¿Mi cama?" Claro que era mi cama. "Soy tuya y todo lo que alguien podría pensar que es mío es tuyo, nada es mío. Ese mantel no es de la mesa, está en la mesa porque yo lo puse ahí. Yo duermo en esa cama, tu cama, porque tú encuentras que eso está bien." "Duérmete. Estás bastante a mano para mi uso." Efectivamente. Me desperté con una típica erección nocturna. Generalmente disfrutaba sentir como su cuerpo acostado a mi lado seguía mi voluntad con apenas la guía de mis manos. Esa noche fue distinto. Me bajé de la cama, la destapé. Se puso boca abajo con mis brazos y subió sus caderas con mis manos. Le bajé el pantalón de buzo. Como siempre me recibió bien lubricada. Gemía bajito, sin palabras excitantes. Simplemente me sirvió, como lubricante y como un lugar agradable para ser abierto. Volví a la cama a dormir, ambos satisfechos, yo de su uso, ella de haber sido de mi uso. ********************** Capítulo 21: La posición Antes de ducharnos en el baño compartido me daba el gusto de usar su boca por última vez en la mañana. Ella captaba inmediatamente el momento y se ponía de manera que pudiera disfrutar de la vista de sus muslos, suaves y brillantes, y sus rodillas flectadas para que su boca pueda ser usada con la mayor facilidad. En mi ...
    ... estadía usaba falda la mayoría de las veces, sabía desde siempre lo mucho que disfrutaba esa vista. En todo momento. A veces simplemente haciendo cosas por la pieza, al agacharse, lo hacía de la manera recomendada para la salud de la columna y para conseguir una nueva erección, incluso poco después de haber tomado su leche. No ponía cara de felicidad por haberlo logrado, no, eso hubiera sugerido algún tipo de control sobre mí, no, simplemente su cara de disponibilidad, de que se excita y se lubrica con la sola idea de que va a ser usada, la boca abierta y la lengua afuera. Un vestido corriente, apto para ser manchado, con botones adelante o con tiritas en los hombros para tener acceso fácil a sus senos, pequeños, firmes y bien formados. Adentro había abandonado el uso de la ropa interior, así era cosa de levantar el vestido para usarla. Vestidos de material liviano, para doblarlo sobre su espalda. También facilitaba otros usos, como acariciar y lamer sus muslos en esa posición deseada. Sabía subírsela justo lo necesario, sabía que no debía mostrarme su intimidad a menos que yo fuera por ella, justo lo necesario para que sus muslos estén a la vista de la manera preferida. Incluso afuera, una falda de oficinista, que no por llegar apenas sobre la rodilla dejaba de ser adecuada para el trabajo, le permitía encuclillarse de una manera socialmente aceptable en un espacio público al hacer algo cotidiano, recoger un lápiz que se cayó por ejemplo, accidentalmente, nunca a propósito y ...