1. Mi esposa y el hombre alquilado


    Fecha: 07/07/2019, Categorías: Confesiones Sexo con Maduras Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... salir, buscamos algún individuo parecido a Andy si éxito alguno. Fernanda se puso algo nerviosa en ese momento. Yo simplemente pensé que había sucedido lo más probable que sucediera: Andy era un fiasco. Cuando caminábamos hacia la salida nos alcanzó: tenía que ser el, el mismo muchacho de las fotos. Aunque no coincidíamos con las fotos que el seguramente traía consigo, él era inconfundible, aunque no tan negro como lo visualizaba, más bien mulato obscuro, ojos claros, un poco más alto que yo. Nos veía y veía un papel. No había ninguna otra pareja de mediana edad alrededor. Se acercó a nosotros. “Perdonen, ¿son ustedes Dalia y Roberto?”, dijo con el típico acento caribeño. Fernanda y yo nos miramos, dando por concluida la primera etapa de la aventura. Dalia y Roberto eran nuestros nombres ficticios. “¿Andy?”, pregunté yo. “Hola Roberto… hola Dalia”, dijo con cortés acento. Tomo la mano de mi esposa y la besó. “Encantado de conocerlos…, eres una mujer divina, soñada. Nunca pensé que fueras tan hermosa, aunque no te pareces mucho en la foto”, prosiguió. Mi corazón empezó a latir más rápido de la emoción y comencé a sentir mi verga pararse. Apreté la mano de Fernanda y comenzamos a caminar hacia los estanquillos de renta de autos. Andy iba bien vestido. No se notaba que tuviera necesidad de dinero, pero seguramente se trataba de un gigolo cuyo trabajo era complacer mujeres y nos cobraría una buena cantidad de dinero por sus servicios. Mientras hacía yo los trámites, Andy y ...
    ... “Dalia” se quedaron detrás. Yo volteaba de repente. Ella continuaba serena y sonriente, mientras el joven aguardaba, si propasarse con ella, ni siquiera tomarle la mano o insinuar algo sobre lo que seguiría. Al subir al auto rentado, Andy abrió cortésmente la portezuela del lado delantero para que Fernanda subiera, pidiéndome primero permiso para ello. Posteriormente, el subió en el asiento trasero y conduje hasta el hotel. Nos registramos. Le pedí a Andy que nos esperara en el bar y que pidiera lo que quisiera. Fernanda sacó nuestra ropa y artículos de baño de los velices, colocando todo en su lugar. Sin habérmelo comentado, compró dos negligés para la inolvidable noche, uno negro y el otro color azul cielo. Los modeló frente a mí, y estuve a punto de cogérmela ahí mismo. Mi erección y excitación eran ya extremas, pero me apartó. “Dijiste que quieres ver”, me recordó, mientras completamente desnuda ponía todo de nuevo en su lugar. Bajamos al bar unos minutos después. Andy nos aguardaba tomando whisky en las rocas. Se puso de pie, jaló la silla de mi esposa y me hizo ademán de que tomara asiento. Fernanda pidió vino blanco y yo lo mismo que Andy. “Supongo que te dedicas a esto, Andy”, comencé yo, “a complacer mujeres o parejas”. Andy sonrió. “En mis ratos libres, claro. Me encantan las mujeres maduras y déjame te dijo Roberto, Dalia es de las más hermosas si es que no la más hermosa, a quien he tenido el placer de conocer y espero complacer”, contestó. “Soy supervisor en una planta ...
«1...345...13»