Yo y mi hija
Fecha: 06/11/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Saull69, Fuente: SexoSinTabues
Mi mujer se llama Patricia, 40 años, azafata de una importante compañía aérea. Ella si que está bien, sobre todo porque con la ayuda del quirófano ha podido retocar aquellos defectos que con la edad terminan apareciendo. Castaña, 1’69, pechos operados (talla 100) y vientre plano (también operado). Como he dicho, ella trabaja como azafata. Desde hace años hace la ruta España-EEUU. La rutina de horarios que tiene es 15 días de vuelos, 15 días de descanso, por lo que únicamente está en casa durante medio mes. Al principio no había problemas, la relación era buena y ninguno sospechaba del otro. Pero poco a poco las cosas cambiaron. Se alquiló un piso en NY con otras azafatas (eso me dijo por lo menos), ya no llamaba tanto a casa para hablar con nosotros y pequeñas cosas similares que me hicieron sospechar. Yo por mi parte, ante las largas ausencias de mi mujer, empecé a ver que había un mundo fuera del matrimonio. Sin embargo no me decidía a dar el paso definitivo. Un sentimiento de culpabilidad me invadía. ¿Y si eran suposiciones mías? ¿Y si ella era fiel? Finalmente un día me decidí y contrate a un detective. Tras cuatro días de seguimientos, el informe que me mandó fue contundente. Mi mujer, cuando estaba en EEUU, hacía vida de soltera. No tenía una relación consolidada con ningún hombre, sino que un día estaba con uno y al siguiente con otro. El informe venía acompañado por un reportaje fotográfico muy explicito. Os dejo una muestra para que podáis comprobarlo por vosotros ...
... mismos. Si, esa es mi mujer. Y, si, se la están follando dos tíos. Contrariamente a lo que podáis pensar, ver esas fotos fue un alivio para mí. No me enfadé. Simplemente supe lo que tenía que hacer. Mantener una ficción de matrimonio y vivir mi vida. Así empecé a conocer a otras mujeres. Unas más jóvenes, otras más mayores, unas casadas, otras solteras... En definitiva, de todo un poco. Lo que es cierto es que mi vida sexual dio un giro radical –a mejor-. La tercera integrante de mi familia es mi hija Cristina. La relación entre nosotros dos siempre ha sido muy buena. El hecho de que mi mujer estuviera fuera de casa durante largas temporadas ayudó bastante, ya que yo era la única persona en la que ella podía apoyarse. Con 18 años acababa de empezar derecho en la universidad. Era una chica guapa aunque nunca la había mirado con ojos distintos de los de un padre. Por eso sus 1’72, sus ojos color almendra, su melena negra y su abundante pecho, nunca me llamaron la atención. Desde siempre he intentado ser un padre comprensivo y, como ella se comportaba de forma razonable, nunca tuve problemas en permitirle determinadas cosas que otros padres no permitían a hijas de la edad de Cristina. Nunca le puse un horario para volver a casa ya que volvía a una hora prudencial y nunca me había dado un disgusto llegando borracha o cosas por el estilo. No quiero decir que no bebiera cuando salía, pero yo también he sido joven y jamás me importó que llegara a casa algo contentilla. Es lo normal en ...