Madres sacrificadas 4: Karina guarda un secreto para no destruir a su familia
Fecha: 14/07/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
Karina llegó a su casa cansada por el largo día de trabajo. Eran las nueve de la noche, y pensaba sumergirse en su rutina habitual: cocinar algo rápido, ver alguna serie en Netflix junto a su hija Mariela y a su marido Martín, y después, si ambos tenían ganas, encerrarse con Martín en el cuarto para echarse un buen polvo antes de dormir. Así de simple era su vida, y no le molestaba; aquella monotonía sólo era quebrada por algunas salidas a comer afuera, y unas escapadas a la costa en vacaciones o en un fin de semana largo. Con eso le alcanzaba para ser feliz. Pero cuando llegó a su casa se encontró con una sorpresa que perturbaría la apacible vida que llevaba hasta ahora: Un hombre joven, pero canoso le sonreía desde un sillón del living. β ¿Javier? β Preguntó, y cuando terminó de reconocer al hombre que no veía hace casi una década saludó contenta β Hola Javi, tanto tiempo. Su marido Martín vino de la cocina con dos vasos de cerveza. β Hola mi amor, por fin llegaste, mirá quién nos vino a visitar. β Cómo andás Kari β saludó el visitante, poniéndose de pie y dándole un cálido abrazo. Karina aspiró su olor mientras apoyaba el mentón en los hombros anchos y fuertes de su viejo amigo. Creyó que usaba el mismo perfume de antaño, cuando todavía vivía en Buenos Aires, el mismo perfume que sentía cuando él la penetraba mientras ella le arañaba la espalda. La imagen la hizo ruborizarse levemente y se apartó de él esperando que ni su amigo ni su marido se hayan dado cuenta. Javier ...
... había venido a Buenos Aires a resolver unas cuestiones sobre la sucesión de su padre que había muerto hace un par de años. β No sabía nada, lo siento mucho. β le dijo Karina avergonzada por su ignorancia. β No pasa nada, en realidad no se lo había contado a nadie. Cambiaron de tema enseguida para evitar deprimirse, Javier les contó de su vida en San Luis: estaba orgulloso de vivir en un lugar lleno de verdor, donde los delitos todavía eran una cosa inusual, un lugar donde uno podía vivir cómodamente teniendo un trabajo cualquiera. Pidieron una pizza y se fueron a la cocina, su hija Mariela se les unió y Karina se alegró de que por una vez se comportara amable y sociable con una visita. La adolescente parecía llevarse bien con Javier casi instintivamente, eso hizo que Karina se estremeciera por dentro: una duda que albergaba hace casi dos décadas estaba resurgiendo con fuerza. Pero no se dejó atormentar por sus miedos, y se comportó como una buena anfitriona. Cuando Javier amagó con irse, tanto ella como Martín se opusieron rotundamente a que duerma en un hotel. β Quedate tranquilo que tenemos un cuarto de más. β comentó Martín. β Bueno, espero no molestar. Javier se quedaría tres días en Buenos Aires y los pasaría en la casa de los amigos, Karina esperaba que el miedo y la culpa no la atormentaran durante ese tiempo, y sobre todo esperó no ceder a la tentación. Lo había logrado durante mucho tiempo, desde hace diecinueve años que había tenido el desliz con Javier, y después de ...