La reeducación de Areana (26)
Fecha: 29/07/2019,
Categorías:
Dominación
Lesbianas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... tener sexo en su despacho, pero ese riesgo la excitó aún más y regresó junto a la alumna: -Ahora vas a desnudarte para mí… -dijo. -Sí, sí, señora Ricardina… Yo hago lo que usted quiera… -susurró Areana mientras empezaba a mojarse. -Cambiaste, nena, ya lo creo que cambiaste. Eras insoportable, peleadora, rebelde, insolente y mirate ahora tan obediente… -se admiró la mujer. -Sí, señora… Yo le dije que cambié de verdad, mucho… -Me alegra eso… Ahora empezá a sacarte todo, pero alejate un poco así puedo ver el espectáculo sentada a mi escritorio. -Sí, señora… -aceptó la esclavita y retrocedió hasta quedar casi pegada a la puerta, de espaldas a ella. La directora ocupó su silla ante el escritorio, se echó hacia atrás e indicó que empezara el streep tease. Areana recordó el orden que le había sido enseñado y comenzó por quitarse los zapatos, luego las medias, enseguida la falda, después la camisa y por último la diminuta tanga blanca, mientras la directora la observaba con mirada cada vez más ardiente. -Date vuelta, nena, quiero verte la colita… -ordenó la mujer y Areana giró sobre si misma hasta quedar de espaldas. La directora contempló admirada y cada vez más caliente esas nalgas perfectas, redonditas y empinadas. Respiró hondo y en un segundo recordó cuánto se había cuidado siempre de no mezclar su homosexualidad con el trabajo, por el riesgo que eso suponía. Había hecho una buena carrera en la docencia y ahora alcanzado el cargo de directora, motivo más que suficiente para ...
... extremar la prudencia. Pero esa diablita la podía, algo había en ella de irresistible y no era sólo su belleza física, sino algo enigmático que tal vez algún día podría develar. No ese día, claro. Ese día iba a disfrutar sexualmente de tan delicioso bocadito. -Vení acá… -ordenó mientras cedía al impulso de tocarse por sobre la falda. Era consciente del peligro que implicaba consumar el acto en su oficina aunque la puerta estuviera cerrada con llave, pero la calentura se imponía inapelablemente a cualquier intento de racionalidad y, además, ese peligro le sumaba morbo a la situación. Cuando tuvo a Areana junto a ella se puso de pie, la tomó de la mano y la llevó al espacio que había entre el escritorio y la puerta: -Desvestime, nena… -dijo. -Sí, señora… contestó la esclavita y de inmediato se hincó ante la mujer para quitarle los zapatos. La directora podìa apenas controlar el temblor que amenazaba con sacudirla entera mientras Areana iba desvistiéndola. La prudencia más elemental aconsejaba postergar el goce y convocar a la alumna a su casa para esa misma tarde, pero en cambio lo que hizo fue desoír la voz de la prudencia y dejar que Areana terminara con la tarea. No recordaba que alguna mujer la hubiera excitado tanto como esa chiquilina que la había desvestido con tanto arte, lentamente y con un orden que se le entojaba sabiamente erótico: primero el calzado, luego la falda, después la blusa, el corpiño y por último la bombacha. Cuando estuvo desnuda y cada vez más ansiosa de ...