1. El jefe Chimbo


    Fecha: 04/08/2019, Categorías: Transexuales Autor: PaulinatvCDMX, Fuente: CuentoRelatos

    Hola, gracias por pasearse por mis relatos, me presento, mi nombre femenino es Paulina, tengo 30 años y actualmente tengo la fortuna de poder vivir casi a tiempo completo como mujer, sin embargo no siempre fue así, y de estos recuerdos es de donde me agarro para compartirles y escribir mis relatos, en esta ocasión les contaré una experiencia que sucedió cuando inicie mi vida formal independiente, fuera por fin del hogar de mis papis, quiero aclarar que no me salí enojada de casa de mis padres, ni mucho menos tuve la desgracia de que me corrieran por mis preferencias sexuales, gracias a Dios, aunque un tanto cerrados y a regañadientes mi familia termino aceptando (después de algunas malas experiencias, que poco a poco les contare) que en mí, jamás encontrarían un varón como tal, pues a su hijo, o más bien a su hija, le encanta, le fascina e idólatra la verga. Está de más decir que me encanta vestirme de mujer, tengo un muy bonito cuerpo, herencia de todas las mujeres de mi familia, piernas anchas, abdomen planito, piel morena clara, pero sobre todo, un culo enorme y firme, créanme que no les miento cuando les digo que es la parte que más me chulean los hombres. Aunque actualmente soy un homosexual desclosetado, en aquel momento únicamente podía vestir acordé a mis preferencias sexuales solo en casa, ya para ese entonces, contaba con un amplio guardarropa femenino con toda clase de accesorios, pelucas, tacones altos, maquillaje y lencería de primera, que fui comparando poco a ...
    ... poco a mi gusto. Aclaro, me gusta y siempre me gustó el encaje por sobre todas las cosas. Mi relato tiene lugar en la CDMX por el año 2009, tenía yo 22 añitos, y como ya me describí un poco antes, gozaba de una linda figura y muchas ganas de explotarla y aprovechar mi juventud. Cierto día me encontraba solita en mi departamento y estaba muy aburrida, así que decidí probarme lencería. Me gustaba mirarme al espejo durante horas mientras modelaba y caminaba con batas, tacones, pelucas, medias, ligueros, vestidos sumamente cortos y ajustados, etc., en fin, disfrutaba plenamente de la libertad que había obtenido al vivir sola. Vivía en el segundo piso, de un edificio de 4 pisos, trataba de no hacer tanto ruido con los tacones para que mis vecinos no sospecharan, todo mi caminar era encima de una alfombra gruesa. En aquella época vivía por Cuautitlán, Edo. México, en una zona de edificios de departamentos, y las unidades estaban cercadas en secciones de 4 edificios, y a cada entrada había una caseta de vigilancia bastante grande, inclusive las casetas tenían un segundo piso donde estaba el baño para los vigilantes. El turno de los vigilantes era de 24 horas, y eran tres los vigilantes que trabajaban ahí, dos eran jóvenes, como de 35 y 30 años, pero uno, el coprotagonista de mi relato y en este caso el que nos importa conocer era de aproximadamente 55 años, alto, fuerte, con un poco de barriga propia de un hombre de su edad, muuuuy moreno (casi llegando a negro), con pinta de hombre ...
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