El jefe Chimbo
Fecha: 04/08/2019,
Categorías:
Transexuales
Autor: PaulinatvCDMX, Fuente: CuentoRelatos
... orgullosa apuntaba a mi, como si supiera que había sido yo quién la había despertado y liberado de su jaula y al bajar por completo su bóxer con la intención de retirarlo evidencie su enormeee par de huevos que le colgaban, por lo que brinque del gusto y zona a la que me dirigí y en donde me extasié besándolos y lamiéndolos como si una niña hubiese encontrado un par de dulces. Tomándome de los cabellos, me colocó directamente frente a su vergota que ya se encontraba totalmente empapada en su propio liquido pre seminal, el Jefe Chimbo en un acto hasta cierto punto brusco empujo su pelvis, y me acercó su cosotota de tal manera que no pude rehusar la invitación, por lo que sumisamente abrí por completo mis golosos labios y acepté su gruesa anaconda ofreciéndole refugio entre mi carnosa cavidad, besándolo y succionándolo, fui devorando la totalidad de esa rica vergota (al menos todo lo que pude) que ya imaginaba invadiendo y taladrando una cavidad mas apretada y mucho más estrecha. El Jefe Chimbo, adivinando mis deseos, retiró su rico trozo de carne de macho de mi jugosa boquita y violentamente me colocó boca abajo en la cama, acomodándose rápidamente tras de mí. Esperaba yo la embestida de su verga, preparándome para recibirla brutalmente, pero cual no sería mi sorpresa cuando sentí una tibia y húmeda caricia en mi ansioso y mojado agujerito de placer. ¡Me estaba comiendo el culo!, su lengua penetraba en mi pequeño orificio sexual llenándolo de rica saliva, y sus manos abrían ...
... todo lo que podían mis femeninos glúteos. No me pude contener y me vine en un orgasmo delirante. Pero el Jefe Chimbo no se detuvo a pesar de darse cuenta y siguió con su delicioso trabajo oral. Ahora era constante su penetración lingual y me estaba conduciendo de una manera Excelsa hacia otro orgasmo. Sin embargo mi cuerpo de hembra me exigía algo más sólido y ahora sí, sin importar lo que el pensará de mi, le pedí a tono de súplica que me hiciera suya. Desprendiéndose de mi culo, se puso encima de mí en la deliciosa posición de misionero invertido y clavó sin compasión su gorda vergota en mi pequeño receptáculo tan anatómicamente construido para aceptar esos hermosos instrumentos, esas ricas, duras y redondas vergas. Emití un ligero grito, no tanto de dolor, sino de placer. Su verga, morena, casi negra que a mí me parecía un aparato monstruoso, era lo suficientemente grande para originar verdaderos tumultos tanto en mi boca como en mi otra cavidad más pequeña, y más aún, por la posición en que estábamos podía sentirla hasta adentro de mi, lo cual me encantaba, pues además del inmenso placer que yo sentía, mi macho me trataba de una manera casi humillante, como si me estuviera violando, además de su peso que estaba totalmente sobre mi me tenia hundida en el colchón recargando una de sus grandes y fuertes manos en mi cuello y con la otra sujetaba mi muñeca derecha a modo de sumisión, propinándome fuertes embestidas, yo deliraba totalmente del placer que me regalaba, sin embargo ...