Historia del chip 020 - Se aprietan las tuercas - Irma 005
Fecha: 06/08/2019,
Categorías:
Grandes Relatos,
Lesbianas
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... ofreció Irma insegura. Temblaba ligeramente pues parte de su cuerpo no recibía el calor del agua. La postura no ayudaba, obligada a mantenerse como una cobra elevando la parte superior. Escuchó el chasquido y al fin retiró los brazos de la nuca. Galatea estaba sonriéndola. Devolvió la sonrisa y recordó que no le había sonreído desde que había llegado a la bañera. Eso requeriría otro castigo. Quizás fuera menor si lo indicaba ella misma. —Habrá que aumentar el castigo por mi falta de atención— confesó sin reticencias. —Estoy de acuerdo, pero todavía no hemos acordado el primero. Date la vuelta. Ahora estaban las dos bocarriba. Irma, sabedora de que quería manosearla a gusto, llevó sus manos a la nuca de Galatea y acarició con los dedos y masajeó los músculos de la zona. Su ama tenía disponible todo el cuerpo de la esclava salvo la zona dónde la cadena impedía el paso. A Irma le sabía a gloria estar así. Acostumbrada a estar en posiciones tan desfavorables entre las piernas de Galatea o de pie en total rigidez, esto era el paraíso. No paró de acariciar la nuca entre sus manos para resaltarlo. —Adoro estar así, Irma, pero no podemos olvidar los dos castigos. Y considero grave el de la sonrisa. No te has mostrado amorosa hacia mí— dijo Galatea haciendo hincapié mientras tenía una mano en los muslos y la otra entre los pechos de su amante. —Si te parece bien, el primer castigo será por seis meses, pero sesenta azotes cada vez. Irma no hubiera aceptado esas condiciones unos meses ...
... antes, pero los precedentes le decían que era mejor curarse en salud. —Me parece perfecto, Galatea. No volveré a bajar los brazos cuando no corresponda. Como si de un resorte se tratara, los dedos de su ama presionaron los pezones al unísono, en un gesto que no podía sino otorgarles un inmenso dolor. Irma mantuvo las manos en la nuca de Galatea. —Bien, estoy tan contenta contigo a pesar de todo. Tu culo ardiente te enseñará a cumplir con tus votos si por cualquier motivo no obedeces a la perfección. El dilema está en el segundo castigo. No se trata de que me sonrías si no lo sientes así, se trata de que recuerdes que sonreír no cuesta nada y te salga de manera natural. No importa lo que estemos haciendo. A modo de complemento a la explicación, un nuevo tirón impuso la locura en los gruesos pezones de Irma. Para su alivio, los dedos fueron a acariciar la cara y las orejas. Galatea sabía que la excitaba ser acariciada en esa zona. —Para el segundo castigo, debemos buscar algo que no te permita olvidar tu preciosa sonrisa. ¿Qué te parecería un piercing en las orejas? — preguntó figuradamente Galatea. Irma no deseaba quejarse, sabedora de los peligros. —Estaría bien, pero perdería mi virginidad— resumió con ironía. Las dos hablaban de cuando en cuando sobre la completa integridad del cuerpo de Irma. Casto, puro y virginal. —Podría ser con esos nuevos implantes tecnológicos. Si no llevaras nada, se regenerarían solos. En cierto modo, seguirías intacta, dijo Galatea con sorna. No ...