Las Dulces cosquillas de Ana
Fecha: 10/08/2019,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Bueno, yo me considero un hombre normal, que goza de buena salud física y que gusta de diversiones normales como todo el mundo. Me gusta estar con mis seres queridos, pero hay algo que me descontrola y me vuelve loco... debo admitir que me excitan mucho los pies de las mujeres. esa excitación me ha costado algunos ratos vergonzosos al momento de ir a nadar, o cosas por el estilo. y si a eso le agregamos que... el tocarlos y cosquillearlos es el clímax de todo, imagínense cómo me sentí cuando ocurrió lo que les voy a contar... Un día salí fuera de casa y me encontré con que no había nadie de mi familia. Como no llevaba llave decidí esperar afuera, sentado en la banqueta y bajo el ardiente sol. Habrían pasado unos 30 minutos, mi paciencia se consumía y de pronto vi pasar a una chica de unos 20 años, aspecto modesto, morenita, cabello castaño claro, que llevaba un pants ajustado y zapatillas deportivas. Lo más extraño de la escena es que momentáneamente volteó hacia mí, (yo pensé que me había visto como un malviviente, pues aunque trato de ser formal, ese día yo llevaba vaqueros rotos, botas, camiseta negra y melena larga) y noté una mirada extraña, además de que traía puesto un mandil, como el que usan las chachas. Total, no le dí mucha importancia, pues lo más seguro es que no la iba a volver a ver. Pero Pasado un rato, ella volvió a pasar por ahí y no sólo me volvió a mirar, sino que me regaló un refresco. Yo me quedé sin habla, el calor me había provocado mucha sed, y el ...
... hecho de que ella me lo hubiera dado lo hizo aún más impactante. -Toma- dijo.-espero que te mejore el humor-. -g..g..gracias.- le contesté con un hilo de voz. -¿cómo te llamas?- -Ana*- contestó -bueno, nos vemos- -p.p.pero espera¡ -le dije. -¿dónde vives?- -huy, muy lejos de aquí, ¿y tú donde vives?- -aquí.- contesté. -¡cielos, qué pena¡ ¿quieres decir que eres el chico que vive en esta casa?- preguntó alarmada. -sí, pero no te preocupes. Agradezco tu gesto, y me gustaría platicar contigo.- -sería bueno, pero debo volver al trabajo.- Resulta que esta niña trabaja en una tiendita que está a unos pasos de mi casa, y sólo había salido a comprarse algo, me vió y pensó en alegrarme el día obsequiándome un refresco. Nos despedimos informalmente y yo, debo reconocer que sentí ternura hacia ella, en un rato más llegó mi familia. Me duché, y finjí ir a comprar algo a la tiendita. Ya estando ahí platicamos más, nos conocimos mejor y me enteré de que ella vivía sola y noté tristeza en su mirada. Eso provocó que la ternura que sentía hacia ella creciera. Pero esto no es una novela, aquí empieza lo bueno... Calculé la hora en que salía de trabajar, y finjí pasar de nuevo por ahí. Ella no tenía amigos todavía, así que me auto-invité a acompañarla a su casa. No era tan lejos como ella decía, como unos 30 minutos caminando, pero la plática hizo que parecieran segundos. Ella me agradeció que la acompañara, me dijo que se sentía un poco sola, y me invitó a pasar a su casa. Ya adentro, se sentó en ...