Mi suegro me hizo su esclava (I)
Fecha: 14/08/2019,
Categorías:
Dominación
Incesto
Autor: noeliamarrana, Fuente: CuentoRelatos
... estaba empezando a acariciar y lamer mi cuerpo desnudo que ya estaba a su merced. Me agité lo más fuerte, que pude, pataleé y grité: “¡MMMMNNNGGGHHH!” tratando de que alguien me escuchara y evitar lo que sucedería, pero nadie me escuchaba, el infeliz viejo fue capaz de drogar a su hija y su esposa para poder abusar de mí. Me di cuenta de que el tipo estaba desquiciado y lo comprobé después con todo lo que me dijo y todo lo que me hizo y todo lo que supe de su cochina vida. El maldito lamía mis tetas mientras colocaba una mano en mi entrepierna y empezaba a acariciarme el clítoris y los labios de la vagina; di un respingo y él me dijo: “¡quieta perra!, ya sé que te gusta, pero aguanta un poco hasta que yo quiera metértelo, no va a ser tan rápido, al fin tenemos toda la noche”. Me desesperé de saber que no podía hacer nada y comencé a llorar. El vejete lamía mis senos con veneración, abría la boca y metía mi pezón en ella para luego lengüetearlo, provocando que el mismo pezón se levantara. Al mismo tiempo ya metía un dedo en mi vagina y con el pulgar me acariciaba el clítoris; su otra mano recorría todo mi cuerpo, deteniéndose un poco en las nalgas, las cuales pellizcaba y apretaba. Lo que me hacía el maldito viejo era peor que solo forzarme, me estaba excitando, tal vez para que luego yo no dijera que me forzó, sino que lo gocé. Mi cuerpo empezó a responder a las caricias, yo no quería, mi mente me decía que estaba mal, pero mi vagina no entendía razones y empezó a lubricarse. ...
... De repente mi suegro dejó de lamerme las tetas y fue bajando con su lengua por mi vientre, hasta que llegó a mi clítoris; empezó a lengüetearlo y me abrió las piernas mientras metía tres dedos en mi vagina ya mojada y con la otra mano me acariciaba las tetas. Yo cada vez me quejaba menos, pero aún trataba de evitar que me tocara el desgraciado. Luego hizo un cambio, metió su lengua dentro de mi vagina y con un dedo me acariciaba el clítoris; el sentir la humedad de su lengua casi me vuelve loca y apreté la boca para no emitir sonido alguno que demostrara lo rico que estaba sintiendo. Después de un buen rato de estarme acariciando y lamiendo por todos lados, mi suegro se incorporó y me dijo: “ya estás lista putita, vas a ver cómo te voy a hacer gozar”; yo aún trataba de resistirme, pero mis defensas habían caído por la excitación de mi cuerpo. Don José se colocó en medio de mis piernas, con una mano guio su pene erecto hasta la entrada de mi vagina y de un solo empujón lo metió hasta el fondo. Me dolió muy poco, mi vagina estaba muy bien lubricada y aceptó sin resistencia el largo pene de mi suegro, que dijo: “¿lo ves?, todo es que no te hagas la santa y aflojes tantito; así los dos la gozaremos y si no le dices nada a mi hijo, seremos felices los tres”. Yo me negaba a escuchar sus palabras, de por sí ya me sentía mal y sucia por haberme excitado con sus malditas caricias y todavía pensar en que estaba engañando a mi novio con su propio padre me hacía sentirme una puerca. Don ...