La sustitución
Fecha: 11/11/2017,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... la casa y no lo podía creer, me quedaba preciosa, me redondeaba la cola de la cual permitía imaginar el inicio de los glúteos y me calzaba como si siempre hubiera sido mía. Para rematar, me puse una blusa gris de mangas cortas muy escotada que me marcaba el busto dándome una imagen sinuosa y muy provocativa. Entre todos los zapatos que tenía Silvia, elegí una sandalias blancas de tacón que me iban perfectas. Fue entonces que caí en la cuenta de que yo tenía el mismo talle que Silvia y eso me excitó muchísimo, porque me imaginé que podría usar todas sus prendas e imaginarme que yo era ella. En un indescriptible éxtasis me arrojé así vestido, boca abajo en la cama de Silvia y comencé a frotarme contra su colchón. Cada tanto me miraba en un espejo que se encontraba situado al costado y veía mi cola subir y bajar enfundada en esa corta minifalda que permitía ver el comienzo de mis glúteos y me imaginaba que yo era Silvia que estaba siendo "apoyada" por un hombre. Acabé copiosamente, me sentía en paz conmigo mismo, había descubierto que me causaba un enorme placer vestirme de mujer, y en ese espacio, podía hacerlo a mis anchas luciendo las ropas más provocativas que pudieren existir, dado que nadie me molestaría, su dueña se ...
... encontraba a miles de kilómetros.. En eso, sonó el teléfono. No sabía que hacer, si atender o mejor dejarlo, pero la curiosidad me decidió por levantar la bocina. Para decir "hola" por las dudas, imité la voz de Silvia, lo cual no fue muy difícil dado que pese a su femineidad tenía un timbre bastante grave. Del otro lado escuché: hola Silvia, te habla Guillermo, te acuerdas de mí nos conocimos en la discoteca.. Queriendo ver a donde derivaba la conversación, le dije que sí y seguimos conversando un rato. El me decía que se había quedado fascinado conmigo (o mejor dicho con ella) y que quería invitarme a salir. No pude con mi genio, accedí a su invitación, pero la pospuse para el sábado de la próxima semana, alegando estar muy ocupada. Cuando colgué la bocina, me palpitaba el corazón aceleradamente, tenía tan solo siete días para verme exactamente igual que Silvia y que este muchacho no notara la diferencia. Me apasionaba la idea, sabía que me jugaba a favor el hecho de que solo la conoció en su aspecto exterior y en la oscuridad de una discoteca, y según pude colegir de la conversación que había mantenido con él, no habían aún pasado a mayores. No tenía tiempo que perder, en una semana tenía que estar transformado en Silvia. (continuará)