Heil mama (Cap. 4)
Fecha: 23/08/2019,
Categorías:
Incesto
Sexo en Grupo
Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos
El viernes fue un día memorable, donde ocurrió algo que no había imaginado ni en mis más depravadas fantasías. Pero no adelantemos acontecimientos. El día comenzó bastante tranquilo. Fui a clase, me aburrí en clase, volví a casa y comí con mi madre y mi tía. Fue una comida agradable. Después de nuestra reconciliación el día anterior mi relación con Merche había mejorado mucho, aunque seguía tocándome las narices llamándome “Paquito” y bromeando sobre mi vestimenta y mi cabeza rapada. Yo me lo tomaba bien, aunque en el fondo no me hacía ni puta gracia. —Esta tarde nos vamos de compras —dijo mamá —. ¿Te quieres venir? —¿De compras? No. Paso —respondí. No me agradaba la idea de que mi madre se comprase ropa aconsejada por su hermana, aficionada a enseñar cacha, pero no se me ocurría nada peor que ir de tiendas con dos mujeres. —Venga, hombre. Vente con nosotras —dijo mi tía. Se rio y me frotó la cabeza con la mano —. Te compraré una gorra. —Déjalo. Se aburriría como una ostra —intervino mi madre —. Ya se aburría de pequeño, imagínate ahora. Zanjado el tema, terminé de comer y me eché un rato en mi habitación. Los viernes y los sábados era cuando mis colegas y yo salíamos a por todas, a corrernos una buena juerga y hacer de las nuestras. No solíamos tener un plan concreto, pero siempre surgía algo. Después de una larga siesta, le saqué brillo a mis botas militares y a mi puño americano y me puse a ver la tele hasta que llegase la hora de salir. A eso de las siete y media mi ...
... madre y mi tía llegaron de sus compras. Las escuché parlotear sin parar y andar por el pasillo, de una habitación a otra, mientras veía una película de Eddie Murphy. Tenía su gracia, el puto negro. A las nueve me vestí y me dispuse a marcharme. Me llevé una sorpresa al encontrarme a mamá y a su hermana en el vestíbulo, preparándose también para salir. Me quedé parado frente a ellas y miré a mi madre de arriba a abajo. Llevaba un vestido que no le había visto antes, blanco y con grandes flores negras estampadas, sin mangas y lo bastante ajustado como para que cualquiera pudiese calcular sus medidas sin esforzarse demasiado. No era escotado, pero la falda subía unos centímetros más de lo habitual, dejando a la vista las rodillas y el comienzo de los muslos, cubiertos por unas finas medias negras. Calzaba unos botines oscuros con una hebilla plateada a la altura del tobillo, con tacones también más altos de lo acostumbrado. Su moño era el mismo de siempre, pero adornado con una especie de flor blanca y negra, a juego con el vestido, y por supuesto le caían dos bucles rubios por las sienes. Lo que más me sorprendió fue que llevaba maquillaje. No mucho, solo un pintalabios discreto y algo de sombra de ojos, pero no me gustó. Y ella se dio cuenta. Sonrió pero bajó la vista, avergonzada. —¿Vais a salir? —pregunté, sin apartar los ojos de mi madre. —Sí, vamos a tomar algo con mis amigas —dijo mi tía, como si tal cosa— ¿Es que no vas a decirle nada a tu madre? ¡Mira qué guapa está! Por ...